"Cascante ha pasado del todo a la nada"

"Muchos lo esperábamos porque el textil iba mal, pero que te quedes sin tu puesto de trabajo de siempre te cae como un jarro de agua fría". Así resume Rosario Celaya Hernández sus sensaciones apenas cinco días después de conocer el cierre. Llevaba casi 37 de sus 50 años en Cunbur y trabajaba en las máquinas autómatas que realizan ojales, costuras y presillas en las prendas de vestir.

Separada y con un hijo de 29 años, sus mayores dudas son ahora qué hacer para encontrar otro empleo. "Lo peor es que no tenemos alternativas, hemos hecho un trabajo muy específico toda la vida. Nuestro curriculum es muy fácil de hacer. ¿Dónde voy a buscar ahora? Mi hijo tiene 29 años y no encuentra trabajo. Entonces, ¿qué voy a encontrar yo si además él tiene más formación?", se pregunta.

Como el resto, está preocupada porque en Cascante "no hay ninguna alternativa", además del problema añadido de la crisis. "Es una pena lo que está pasando aquí. El pueblo lo está notando mucho y está la cosa muy triste. De haber sido una ciudad con mucha vida y mucho trabajo, ha pasado a no tener nada. No han hecho ni un polígono industrial para que puedan venir industrias", protesta.

Sobre el futuro, la incertidumbre es total, como ocurre con muchos de sus compañeros. "Mi situación es complicada porque yo estoy sola. No tengo el apoyo de otro sueldo que entre en casa. Si no gano yo, no gana nadie para mí. Antes casi todos acabábamos en Burgos, Cunbur o Marpil. Hemos pasado de todo a nada y eso es una pena muy grande", dice.

Sobre el estado anímico de la plantilla, apunta que "está bien, aunque moralmente tocada y con una tristeza en el interior". "Te sientes un poco vendida", confiesa Rosario Celaya.

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