César Azpilicueta regresa al parvulario del colegio San Cernin, donde comenzó su vida como estudiante. Ahora ya no es un alumno, sino un ídolo para los más de 200 niños del colegio que se fotografiaron junto a él en apoyo a la campaña del "Yo no bajo"
SON las doce y media de la mañana. En el parvulario del colegio San Cernin un grupo de profesoras intenta poner calma. "Se acerca la hora de la comida", explica una de ellas. Y, además, César Azpilicueta está a punto de llegar. El futbolista rojillo acude a la llamada de Diario de Navarra,que le ha citado en el colegio donde pisó por primera vez un aula y donde su madre ejerce como profesora.
En el patio le esperan más de 200 alumnos de entre cinco y seis años para sumarse a la campaña del Yo no bajo y fotografiarse junto al futbolista.
"Az-pili-cueta, Az-pili-cueta", gritan mientras le ven acercarse desde la puerta. El lateral derecho sonríe. "Me han venido muy buenos recuerdos de mi época en el colegio, de estar con los amigos y los compañeros de clase en el patio tantos recreos como hemos estado jugando al fútbol. Son recuerdos bonitos", asegura el navarro. "Es bonito que cuando vas al colegio los chavales te reconozcan. A ellos saber que he estado en el colegio seguro que también les hace ilusión", comenta.
Las profesoras mantienen el orden sin problemas y en apenas unos minutos colocan a los niños siguiendo las instrucciones del fotógrafo. Sólo los más traviesos dan un poco de trabajo. Azpilicueta mira y se ve reflejado. "Yo era un poco culo inquieto en clase. Era bastante movido, pero luego era bastante buen estudiante, así que no he tenido ningún problema. Pero sí que es verdad que en clase me portaba un poco mal", recuerda.
El problema de tener una madre profesora es que las broncas a veces caían por partida doble, en el cole y en casa. "Cuando iba a casa, y había hecho algo que la había liado, mi madre ya se había enterado. Se enteraba de todo lo que pasaba en el colegio, pero por suerte nunca he tenido ningún problema gordo. Era la primera en saberlo", comenta el futbolista rojillo, al que la Física se le atragantaba. Eso sí, en Economía era de los mejores.
Terminada la sesión de fotos los niños se abalanzan sobre el futbolista para pedirle un autógrafo. Aunque tiene prisa, el navarro, que mantiene a todos sus amigos del colegio, atiende a todos con una sonrisa y sin un mal gesto. Para él el apoyo que está teniendo el equipo no supone ninguna presión añadida. "Yo creo que no se trata de presión excesiva sino al contrario. Te sientes más arropado. Aquí nunca nos hemos podido quejar de que la gente nos haya dado la espalda porque siempre nos han apoyado y más con las iniciativas que se están tomando después de lo del Bernabéu. Yo creo que todo Pamplona y toda Navarra están más unidas que nunca para lograr la salvación con Osasuna y yo creo que eso más que presión es una motivación extra", afirma Azpilicueta.
Mañana, el navarro saltará al Reyno de Navarra para intentar ganar al Espanyol. "Llevamos ya bastantes partidos jugando finales, sobre todo en el Reyno, donde cada partido es crucial. El partido del domingo es una nueva oportunidad. Son más de tres puntos. Todos somos conscientes de que tenemos que ganar sí o sí", dice. ¿Nos vamos a salvar? "Por supuesto", concluye convencido.
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César Azpilicueta, en el centro de la foto, en el patio de su antiguo colegio, San Cernin, con más de doscientos alumnos y profesores.
César Azpilicueta posa con dos niños en el aula del parvulario de San Cernin donde sólo unos años antes comenzó su vida estudiantil. JAVIER SESMA
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