Los vecinos de La Milagrosa rozan la desesperación. Las obras de Arrosadía, el carril bici y la nula planificación municipal para ofrecer alternativas les impiden aparcar a diario. Además, denuncian el acoso de la grúa en estas circunstancias
EL otro día, mi hermana, que vive en Berriozar, se tuvo que ir a su casa sin poder aparcar en el barrio después de más de una hora dando vueltas", relata Marta Pedrosa Fernández, de 27 años, mientras esgrime una de las muchas multas por aparcar mal que la Policía Municipal está poniendo en La Milagrosa en las últimas semanas.
Aunque podría parecer una exageración, estar una hora con el coche buscando un sitio no es algo excepcional en este barrio, que sufre de forma directa las obras de urbanización de Arrosadía y la prolongación del carril bici. En sólo unos meses, la zona ha perdido unas 400 plazas de aparcamiento. El solar de la calle río Queiles tenía capacidad para 285 plazas, tal y como publicitó el consistorio cuando lo habilitó. Sin embargo, ahora permanece vacío sin poder ser utilizado después de que los cerraran hace algo más de un mes. El fin de semana pasado, los vecinos, hartos, retiraron las vallas y aparcaron allí hasta el lunes.
La calle Gayarre perdió hace ya semanas cerca de 40 plazas con el carril bici; la calle Blas de la Serna, cortada desde hace meses, permitía aparcar a otros 50 vehículos. En el plan sur, junto a la ikastola Hegoalde, cabían unos 100 coches. En total, más de 400 plazas en superficie menos en un barrio que no dispone de subterráneos en los edificios y que está atrapado entre la avenida de Zaragoza y la zona azul que sí tienen en la otra parte de La Milagrosa y Ensanche. La solución más cercana es el parking de la UPNA, pero acceder a pie con las obras es casi imposible. También cerca, en Azpilagaña, el problema de aparcamiento es también acuciante.
"No queremos que no se hagan los desarrollos urbanísticos, lo que queremos es que se planifique antes y se aporten soluciones y no vengan a multarnos por las noches cuando los coches no molestan a nadie", explica Dolores Elizalde Sesma, de 53 años y vecina del barrio. "No nos permiten aparcar en sitios donde no se molesta, sobre todo por las noches. Vienen a por nosotros con las multas", asegura Elizalde, que se ha puesto en contacto con el Ayuntamiento sin obtener resultados. "Espero que la alcaldesa no venga aquí a la inauguración de las obras y se venga ahora con su coche para que compruebe si puede aparcar", señala. "Es indigno que viaje a Nueva York y no se pase por aquí", reflexiona.
Los problemas de aparcamiento alteran a los vecinos cuando pasan minutos y no consiguen sitio. A ello, se suman las reiteradas infracciones de tráfico que cometen los vehículos de las obras de forma permanente. Ayer, en sólo unos minutos, 5 camiones tomaron la rotonda de Blas de la Serna en sentido contrario. "A esto no vienen a multar", comentan los vecinos. "Tenemos golpes en los coches por falta de aparcamiento, además de problemas de clientela por las obras que se han prolongado más de lo esperado", comenta Paco Pedrosa Yunta, que regenta el bar Café de Mar en Blas de la Serna. A Nelson Escobar Losa, de 39 años, propietario del bar Alegría Latina, las obras le obligaron a cerrar entre semana. "No permiten ni descargar. Enseguida vienen a multar", comenta Escobar sobre la "actitud" de la Policía Municipal.
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Algunos de los vecinos afectados. Desde la derecha, Paco Pedrosa Yunta, Chema Pérez Ruiz, Dolores Elizalde Sesma, Marta Pedrosa Fernández, Gorka Fernández Goñi, Carlos Alba Gutiérrez y otra vecina. novia. Debajo, agachada, Tamara Ugal Echeverría y su hija Isabel.
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