El Atlético termina segundo de grupotras ganar el Liverpool en Holanda al PSV
El Atlético no terminó primero de grupo, no por la presión del público del Marsella, sino por la falta de ganas y motivación para afrontar un partido que fue insulso y un bálsamo en lo que al ambiente se refiere. Los presagios no eran buenos y la espectacularidad de la escolta del conjunto español, tanto a la llegada al país galo como durante su traslado al hotel y trayecto al campo, corroboraba ese ambiente de comitiva gubernamental.
Dos helicópteros, diez coches y 20 furgones de la gendarmería custodiaron la expedición "colchonera", amén de 1.000 agentes en el Velodrome. Al final, todo quedó en la exhibición de unas camisetas con el lema "libérez santos", además de infinidad de bengalas y botes de humo en las gradas donde se ubican los ultras marselleses.
Por suerte, una vez que el árbitro señaló el inicio del partido lo que primó fue el fútbol, ramplón pero fútbol al fin y al cabo. El Marsella, que se jugaba el tercer puesto del grupo que da acceso a la UEFA, empezó más replegado de lo esperado. De hecho, transcurrido un cuarto de hora el partido no tenía un dueño claro, tan sólo una ocasión tras un robo de balón de Agüero que el argentino dudó si tirar o pasar a Sinama y acabó por la línea de fondo.
Los locales sólo creaban peligro a balón parado.El Atlético, como en el día del Sporting y tantos otros, sufría con los centros al área. Era un partido sin mediocentros por ambas partes. La joven promesa gala Ben Arfa era el único con criterio al ataque del Olympique. Por la falta de calidad de los franceses y de mayor empuje del Atlético el marcador no se movía.
La segunda mitad comenzó igual, con una gran imprecisión por los dos equipos. Poco a poco, el "Atleti" se echó hacia atrás y le regaló el esférico al Marsella, que sin hacer casi nada se acercaba a las inmediaciones del área rojiblanca. Aguirre contribuyó a recalcar el mensaje conservador al sustituir al Kun Agüero y Maxi.
El Atlético renunció a ganar y se limitó a perseguir a los adversarios. Banega y Raúl García desaparecieron, lo mismo que Luis García, a años luz de su mejor versión. Todo eso convirtió a Coupet en el mejor de los madrileños. El Atlético tuvo más miedo a ganar que al ambiente.
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