La junta directiva salva las cuentas, con el apoyo de los "Ultras"
Ramón Calderón superó su asamblea más comprometida, y también la más tensa y desagradable, desde que hace casi dos años y medio ocupa la presidencia del Real Madrid, aunque obtuvo el respaldo de los socios compromisarios a las cuentas del club por un estrecho margen (el 55% de quienes ejercieron su derecho al voto), durante una cita polémica en la que contó con el apoyo de los "Ultras Sur".
Los aficionados radicales del Real Madrid ya habían anunciado su intención de acudir a la asamblea para apoyar públicamente a Calderón, a quien jalearon mientras abucheaban e insultaban a los opositores a la actual junta directiva. Gran parte de la asamblea pidió a gritos la dimisión del presidente en diversos momentos, pero Calderón encontró las voces de ánimo de más de medio centenar de ultras y de otros socios no compromisarios, para acallar a los detractores.
Cortes de micrófono
A los compromisarios que discreparon de la gestión de Calderón se les interrumpió constantemente y a algunos de ellos se les cortó incluso el micrófono. Hasta el presidente intervino durante el largo turno de ruegos y preguntas para recordar que uno de los socios que acababa de acusar a la directiva de maquillar las cuentas tiene una causa abierta en un juzgado.
El secretario de la junta directiva, José Manuel Serrano Alberca, también se erigió en protagonista negativo al retirar el uso de la palabra a los compromisarios que no se limitaban al orden del día, mientras que no cortó el micrófono a ninguno de los defendían al presidente, aunque no se ciñese a asuntos económicos.
Griterío encontrado
Calderón intentó cerrar el turno de ruegos y preguntas y la asamblea reaccionó con silbidos, a los que respondieron los ultras con gritos de "¡Presidente, presidente!" y la oposición con los de "¡Dimisión, dimisión!". Los "Ultras Sur" llegaron a gritar "¡Madridistas, hijos de puta!" durante uno de los momentos de mayor tensión, y algún compromisario ofendido rompió sus papeles y abandonó el Palacio de Congresos, donde se demostró la gran división que existe entre el madridismo y la delicada situación de Calderón, inmerso en una preocupante crisis institucional y deportiva, aunque aún le quedan dos años de mandato.
En un período tan convulso aunque también se escucharan gritos de "tongo", Calderón evitó al menos el bloqueo de la no aprobación de las cuentas, pero los socios le enviaron señales inequívocas de que su labor, y la de la junta directiva que preside, no convence.
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