Dos acciones desafortunadas provocaron los goles del Ontinyent
Tan helados por dentro como por fuera salieron ayer los aficionados rojillos que acudieron a Tajonar para ver a Osasuna Promesas enfrentarse al Ontinyent. Por un lado, los apenas cinco grados de temperatura y el fuerte viento azotaron a la sufrida grada, y por otro, el 0-2 afortunado que el equipo visitante se llevó para tierras levantinas aguaron los ánimos del respetable. Y eso que los rojillos no merecieron semejante castigo.
Pronto quedó claro que ayer no era el día de Osasuna. Pese a su fluido juego y a la solidez de sus líneas, el sorteo del campo quiso que el Promesas tuviera que sufrir un auténtico vendaval en su área que impedía a los defensas despejar los balones con seguridad. Así, el Ontinyent, en una de estas acciones, logró adelantarse al aprovechar Mayor un balón suelto y cabecear primero al palo y después a la red.
No se descompuso el conjunto local y en la siguiente jugada Jorge Galán, el más activo del partido, ganó la espalda de la defensa y se plantó sólo ante la portería defendida por el veterano Rangel, el ex del Valencia. Su disparo se fue fuera. Aún pudo empatar Osasuna antes del descanso en una falta botada por Ruper, pero su fuerte misil raso se fue rozando el poste.
No cambió el panorama tras el descanso y pese a achuchar más, el conjunto filial volvió a tener a la diosa fortuna en contra en un rechace en la frontal del área que cayó a los pies de Mayor. Éste sólo tuvo que empujarla a las mallas.
El 0-2 era demasiado doloroso para los navarros que intentaron, al menos, lograr el empate. Pero unas veces la falta de puntería y otras el poste y la gran intervención de Rangel a un cabezazo de Galán a los 71 minutos impidieron la remontada. Al final, el Promesas, que venía de dejarse dos puntos la pasada semana ante el Alzira, vuelve a meterse en problemas al no saber rematar un partido en el que volvió a evidenciar el buen juego que viene realizando.
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