x
Diario de Navarra | Facebook Se abrirá en otra página Diario de Navarra | Twitter Se abrirá en otra página Hemeroteca Edición impresa Boletines
Mi Club DN ¿Qué es? Suscríbete

La Hemeroteca
    Navarra
SOCIEDAD

Estudiar con los ojos sellados

Tanto la UPNA como la Universidad de Navarra cuentan con un alumno invidente entre sus matriculados: en el caso de la primera, Xabier Armendáriz Arraiza (2º de LADE), de 20 años; en el de la segunda, Ana Zabalza Izco (1º de Periodismo), de 18

Actualizada Jueves, 27 de noviembre de 2008 - 04:00 h.
  • MARCOS SÁNCHEZ . PAMPLONA

EL historial académico de Xabier Armendáriz Arraiza asegura que su dueño superó el Bachiller con una nota media de 9,38 y la selectividad, con 9,167. El de Ana Zabalza Izco, que ésta sobrepasó los mismos obstáculos con un 6,75 y un 7,1, respectivamente. Sin embargo, no existe historial académico que se libre de la frialdad de las meras cifras y, así, los dos mencionados no reflejan un dato que derrite todo lo demás: Xabier Armendáriz y Ana Zabalza son ciegos.

Armendáriz, vecino de Barañáin, tiene 20 años y actualmente cursa en la UPNA 2º de LADE, dentro del Grupo Internacional. Zabalza, por su parte, cuenta 18 años, vive en Arre y el presente es su primer curso como universitaria: estudia 1º de Periodismo en la Universidad de Navarra. Atrás han dejado sus etapas de colegio e instituto. Él es ex alumno del Colegio Los Sauces de Barañáin y del instituto de la misma localidad; ella, del Lorenzo Goikoa de Villava y el Ibaialde de Burlada. Ahora es la universidad la que les acoge y ellos explican cómo se enfrentan a ella a pesar de una discapacidad con la que conviven prácticamente desde siempre. "Fui prematura. Tenía que nacer en octubre y nací en julio, y pasé mucho tiempo en la incubadora", afirma Ana Zabalza. "En mi caso, mis padres empezaron a tener indicios de algo sospechoso cuando tenía tres meses y, al mes siguiente, se confirmó del todo que no podía ver", señala Xabier Armendáriz, cuya invidencia se debe a "un tumor que está estabilizado desde hace tiempo".

Así hacen cotidianas estos dos ciegos las actividades que para el resto de universitarios parecen serlo por naturaleza. Dos ejemplos dentro de la Semana Internacional de la Discapacidad.

El desplazamiento hasta la universidad

Xabier Armendáriz suele acudir a la UPNA con el tiempo justo. Le llevan en coche sus padres; sobre todo, su madre. "Trabaja fuera de casa y le viene bien para llevarme", apunta el joven, quien, como Ana Zabalza, necesita el bastón para moverse. La estudiante de Periodismo también recurre a su madre para ir cada día a la Universidad de Navarra, aunque no rechaza otro medio. "Aunque no te deja en la entrada, el camino desde la parada de la villavesa hasta la universidad es bastante cómodo y lógico", asegura Zabalza, que no esconde que los primeros viajes en villavesa le daban miedo. "Pero últimamente la he cogido para ir de la universidad a la parada de Merindades y no ha sido tan malo".

Armendáriz sostiene que el mejor recurso que tiene un ciego para saber cuándo la villavesa ha llegado a su destino es "controlar muy bien el recorrido que hace". "No hay otra forma", apostilla. "Contar paradas nos podría servir si los conductores parasen siempre en todas. Lo mejor que podemos hacer es seguir el recorrido por los giros que hace la villavesa. Nos obliga a tener más imaginación espacial y distinguir los giros más pronunciados de los que son menos".

Para llegar al aula, mejor no contar los pasos

El alumno de LADE asegura que se sabe de memoria el camino entre la puerta principal del Aulario y la de su clase. "Pedimos expresamente que la clase estuviese cerca de la puerta central del Aulario. Me han señalado con un botón el lugar en el que está la puerta central y, desde ahí hasta el aula, más o menos, han puesto unas marcas guía", manifiesta Xabier Armendáriz. "No te voy a decir cuántos pasos hay. Sólo sé que en un momento dado llega una bifurcación y tengo que coger mi camino. Paso las columnas del pasillo y cuando las supero tengo que avanzar un poco por la pared y entro a clase. Mi forma de contar no suele ser por pasos, ya que es algo subjetivo y no sirve de referencia porque, si vas rápido, los haces más cortos y, si vas lento, los haces más largos. Los ciegos no nos guiamos por el número de pasos. Mi referencia es una pared que está en la dirección en la que tengo que ir, y además de eso, el número de puertas es una referencia muy socorrida".

En el caso de Ana Zabalza, el acceso al Edificio de Ciencias Sociales y la ruta a clase apenas esconden ya secretos. "Lo malo es que las puertas de entrada vuelven después de abrirlas y te tienes que apartar rápido. Una referencia muy buena es una alfombra que hay al entrar. Sigo su borde y, cuando termina, sé que tengo que girar a la izquierda y, enseguida, siguiendo la pared, comienzan las puertas de las clases. Tengo que ir al aula 2, que está bastante cerca", relata.

En clase, asientos más o menos fijos

Zabalza comparte clase con cerca de otros 100 universitarios; Armendáriz, con entre 25 y 30. Partiendo de esto, cabe esperar que ella encuentra más dificultades que él para encontrar un sitio en el que sentarse en clase, más que nada porque debe moverse entre mucha más gente. Pero no resulta tanto, ya que, según dice, se ha convertido en algo mecánico. "No es que tenga el sitio reservado, pero me suelo sentar siempre en la tercera fila. Cada fila está separada por un escalón, por lo que los voy subiendo y sé en qué fila estoy", asegura la vecina de Arre.

En este ámbito, Xabier Armendáriz dominó pronto la situación. "Somos pocos, por lo que desde el primer día hay una regla no escrita que dice dónde se sienta cada uno", dice. "Como casi siempre nos sentamos en el mismo sitio, no hizo falta insistir mucho en que yo cogiese el que tengo ahora, junto a la puerta porque es bastante accesible y me sirve de referencia".

Moverse por los pasillos y el campus

"En mi universidad, no hay carteles en braille (medio de lectura táctil, a través de la yema de los dedos, y de escritura, consistente en unos puntos en relieve organizados de forma parecida a los del dominó)", lamenta Ana Zabalza. "En la mía, están marcados los baños del Aulario y los edificios del campus están señalizados también en braille, en castellano y euskera", declara en cambio Armendáriz, para quien esta señalización le sirve de ayuda básica para tener referencias a la hora de moverse por el campus. "Además, por mi cuenta, junto a la Unidad de Acción Social, suelo hacer una especie de gira para marcar los distintos despachos de profesores a los que puedo tener la necesidad de ir para tutorías. Y, así, ensayo los recorridos", añade el alumno de LADE. Uno y otra tienen los dedos largos, sobre todo el primero. Son sus ojos. "Se preparan distinguiendo texturas", reconoce Armendáriz.

Leer, tomar apuntes, estudiar...

Ante su evidente incapacidad para manejarse con un bolígrafo y luego leer lo que con él se ha escrito, Xabier Armendáriz y Ana Zabalza emplean un anotador de braille para tomar apuntes en clase. Básicamente, consiste en un mini ordenador de seis teclas que almacena la información que su usuario introduce. Posteriormente, esta información puede ser transferida a un ordenador y ser recuperada en formato audio o mediante impresión en tinta o braille.

Sus ordenadores tampoco son como los del resto, ya que, como ambos resumen, "tienen un programa que les hace hablar". Se trata del Jaws, un software especial por el que el ordenador les lee lo que escriben y les indica qué pasos van dando. Fundamentalmente, lo utilizan en clases prácticas y en casa. "A los que no lo conocen les suele llamar bastante la atención", señala Xabier Armendáriz, y Ana Zabalza asiente: "La persona que se sienta a mi lado en clase está completamente intrigada. Le encanta cuando el ordenador dice "espacio"". Por otro lado, Zabalza y Armendáriz mandan los libros de cada asignatura a Madrid, al Servicio Bibliográfico de la ONCE, donde se los transcriben a braille o se los graban en CD.

Los compañeros y los profesores

Ana Zabalza se encuentra bien en la facultad, y eso que el primer día, lo dice ella, le parecía que todo le venía grande. Una sensación le ha ido ayudando: "No me he sentido invadida", señala, algo clave para su bienestar. "Desde el primer día la gente me ha ayudado en lo que fuese necesario, y ha sido muy amable y comedida", explica. "Muchas veces, la gente dramatiza la situación y en la universidad no me ha pasado. Me siento normalizada y eso que me da miedo conocer a otra persona porque no sé cómo se lo va a tomar, ya que hay quienes reaccionan de unas formas escandalosas". "Sí, hay bastante desconocimiento", consolida Xabier Armendáriz, "pero, como en clase estamos pocos, nos conocemos y todo fluye normal".

Si se les pregunta si creen que hay a quienes les imponen cierto miedo por no saber cómo actuar delante suya, los universitarios invidentes no escapan. " Sí, y cuando era más joven esto me fastidiaba bastante. No hace falta hacer nada extraño", recomienda Zabalza. A su lado, Armendáriz se resigna: "Es la reacción natural". ¿Y los profesores? "En mi caso colaboran, pero a veces les ocurre lo mismo que a los demás, que no saben qué hacer, lo que les lleva a dramatizar un poco las cosas", responde el joven. "Todo es cuestión de establecer desde el principio buenas relaciones y decirles que las cosas no son tan difíciles. Por ejemplo, si me pasan el archivo en un documento de word es mejor que si me lo dan en papel, ya que lo segundo me obligo a escanearlo o a pasarlo de otra manera, y todo se complica. Se trata de pequeñas cosas. Y en exámenes muy engorrosos necesitamos más tiempo que el resto y, si se lo pido, los profesores me lo conceden. Pero no es manga ancha, sino justicia pura y dura". Para la futura periodista, de momento todo ha resultado positivo. "Me han ofrecido muchas ayudas y me han llegado a decir que, si no recibía un libro a tiempo, como el de Economía, me podían pasar el archivo de word", argumenta.

El futuro

Xabier Armendáriz y Ana Zabalza planean terminar sus carreras y trabajar, aunque no necesariamente en lo que le dicten sus estudios universitarios. "Veremos", dice el de LADE con toda la normalidad del mundo. "Estudio Piano y Musicología en el Conservatorio Superior, la música me interesa y habrá que ver cómo se dan las cosas". La música también le atrae a Zabalza. "Me gustaría formar un grupo con raíces orientales", expone. "Dentro del periodismo, la radio es uno de los medios que contemplo porque desde el radio CD de mi casa he llegado a conocer las voces de gente muy interesante. También me gustaría hacer una columna en algún periódico".

- Empiece una columna de opinión sobre el mundo que nos acoge -, le pregunta el periodista.

- El mundo es una constante convulsión envuelta en polémica, desorden y un punto de locura general -, contesta rápido ella.

- Perfecto -, sentencia Armendáriz.


Comentarios
Te recomendamos que antes de comentar, leas las normas de participación de Diario de Navarra
  • Parece que alguien no se entera. En Navarra hay tres universidades: Universidad de Navarra, Universidad Pública de Navarra (con sedes en Pamplona y Tudela) y UNED (con centros en Pamplona y Tudela). En las tres hay alumnos invidentes. Sin ir más lejos, el cantante Serafín Zubiri hace años que es alumno de la UNED de Pamplona.Sefi
  • Muy humano.Javier

© DIARIO DE NAVARRA. Queda prohibida toda reproducción sin permiso escrito de la empresa a los efectos del artículo 32.1, párrafo segundo, de la Ley de Propiedad Intelectual