"Somos pobres, y el Planetario va teniendo sus años. Por ejemplo, el ordenador del proyector de estrellas es de 1983"
El Planetario cumple hoy 15 años de funcionamiento, una efemérides que se celebra con una conferencia sobre ciencia y sociedad y una exposición sobre museos del futuro. Javier Armentia Fructuoso (Vitoria, 1962), director desde su inauguración en 1983, considera que este tiempo ha servido para consolidarle como un centro cultural importante.
¿Qué balance hace de 15 años?
Son sobre todo un montón de gente. Cientos de exposiciones, miles de conferencias, decenas de miles de sesiones. Estamos hablando de unos 2,5 millones de visitantes en 15 años, a un promedio de 150.000 visitas al año. La respuesta ha sido buena, pero más que las cantidades, nos gusta mirar la calidad de gente con la que hemos colaborado. El Planetario se ha consolidado como un centro cultural importante en Pamplona y Navarra.
Su actividad es muy variada, va desde la literatura al arte y no se limita a la ciencia. Sorprende.
Ese crisol es una vocación del Planetario. Hemos apostado por una cultura que incluye tanto la literatura como la astronomía. Por otra parte, hemos intentado hacer de la necesidad virtud. El Planetario no ha contado, ni contará , con grandísimos presupuestos (recibió del Gobierno en torno a medio millón de euros en los presupuestos 2008). El dinero hay que convertirlo en muchas cosas y eso se hace colaborando con la gente, con agentes culturales. El Planetario ha recogido a mucha gente que estaba buscando un sitio.
¿En qué medida ha subido el nivel de conocimiento científico en Navarra gracias al Planetario?
Al menos ha generado curiosidad. En el plano educativo, llevamos 16 cursos de la Escuela de estrellas, es decir, que quienes vinieron con cinco años tienen veinte. Alguna vocación habremos creado, seguro. Por otra parte, como el centro es medianamente abierto la gente nos cuenta y nos sugiere cosas. Y lo que pide es más ciencia.
¿Niños aparte, no son siempre los mismos visitantes, los ya interesados por la ciencia?
Las encuestas muestran que las actividades de promoción de la ciencia atraen en un público ya convencido. El gran fracaso es la gente joven. Al Planetario vienen por un lado los chavales con el cole, y por otro, la gente de más de 30 años. Pero el sector joven es difícil de atraer. Hemos conseguido algo con el anime y con los lenguajes audiovisuales. Ése es el problema: hablar de ciencia y de astronomía con un lenguaje que les interese.
¿Qué necesidades tiene hoy el Planetario?
Somos pobres, y el Planetario va teniendo sus años y sus necesidades. Por ejemplo, hemos afrontado el reto de cambiar al formato de imagen digital, sin gastar, haciéndolo nosotros mismos. Pero el ordenador que controla el proyector de estrellas sigue siendo el de 1983. Otro reto es crear nuevos temas, principalmente para 2009, Año Internacional de la Astronomía. Estamos metidos en la producción de Evolución,un programa nuestro que se estrenará en diez planetarios a la vez. Queremos hacer en 2009 una fuerte apuesta por la astronomía, con un gran congreso de comunicación social de la ciencia, y aunque el Gobierno e instituciones nacionales apoyan, otras entidades nos recuerdan que estamos en crisis.
¿El gran reto de la ciencia no es la divulgación? ¿No es la sociedad muy permeable todavía a supersticiones y esoterismos?
Cada vez más. Como sociedad tenemos una relación de amor odio con la ciencia. Nos sigue maravillando, pero nos da miedo. Contra eso sólo se puede dar más cultura, y eso sólo se puede hacer interesando a la gente. Mal vamos quien dice que vienen extraterrestres o que lo de la Luna fue un fraude nos interesa más que la hazaña que fue llegar a la Luna. La ciencia es algo divertido, además de útil. El reto es dar con la forma con que podemos emocionar con la ciencia.
Usted se ha convertido casi en paladín de la ciencia.
O martillo de herejes, que decía otro. Estoy convencido de que hay que hacer esa lucha.
¿Qué tal lleva su fama pública?
Cuando sales de vez en cuando en televisión todo el mundo te conoce. Lo paso mal. No puedes hacer tonterías y te das cuenta de cuando entras en un bar la gente... te mira. No lo llevo bien. Lo bueno es que es una fama pasajera.
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