R ARO título. Que sea el de una de las narraciones cortas agrupadas con otras cinco en un libro de Ian Flemig no explica mucho ya que según los propios productores su tema y el de la película no coinciden. Una posible traducción del título original sería. "Cierta dosis de consuelo", que sí se relaciona con los sentimientos de Bond mientras persigue a quienes hicieron que Vesper Lynd le traicionara.
Como recordarán los aficionados, eso fue en Casino Royal y Quantum of Solace es su continuación. Primera vez en la serie Bond que aparece un enlace entre dos películas sucesivas. Hasta ahora cada una era independiente de las otras, y el agente 007 solía presentarse a alguien (el villano, casi siempre) diciendo que era "Bond, James Bond". Ese pequeño detalle lo acogíamos con una sonrisa, divertidos de ver y escuchar cómo el más conocido agente secreto del mundo se identificaba una y otra vez.
La frase no aparece en la actual pero no importa. Lo esencial es que estamos ante una nueva película con Daniel Craig, la más reciente personificación de Bond y, dejando aparte a Sean Connery, el mejor de los actores que lo han representado.
Lo hizo muy bien en "Casino Royal", dirigido por Martin Campbell, por lo que en la siguiente esperábamos parecido nivel.
Una tras otra
Antes de los títulos hay una larga y complicada persecución en Italia, al borde de un lago. James Bond, al volante de su Aston Martin, va eludiendo todos los intentos de sacarlo de la carretera y también las docenas de disparos que le lanzan los perseguidores. No utiliza ninguno de los artilugios defensivos del coche y me cuesta un par de minutos comprender que no se trata del mismo visto en Goldfinger y Operación Trueno (aquel era un DB5 y este un DBS). El tiempo no pasa para Bond pero sí para sus máquinas.
Poco después vemos otra persecución, esta vez por las calles y tejados de Siena, mientras se celebra la carrera de caballos del Palio. Bond persigue al que acaba de disparar contra sus compañeros, incluida su jefa M. Es tan imposible como la anterior pero está bien hecha. Y mientras admiro la buena forma de ambos actores -o de sus dobles- empiezo a recordar una persecución parecida. Era en la última entrega del agente Bourne y ocurría en Tánger.
Dos prolongadas persecuciones en tan poco tiempo parece mucho, pero eso no es todo. Poco después, Bond está en Haiti, en Puerto Príncipe, y tras varias conversaciones entre los futuros enemigos (Bond y Camille por un lado, el general Medrano y Greene por otro) se produce una complicada persecución con vehículos marinos que zigzaguean entre barcos anclados en la bahía.
Así que van tres y la película no ha llegado a su mitad. La acción violenta continúa, incluso en una representación de la opera Tosca, pero es una violencia física, sin que intervengan mecanismos ingeniosos como los que fabricaba Q para Bond. En Craig, como en el caso de Connery, resulta verosímil que pueda llevar con elegancia un traje de etiqueta y luchar como un campeón. Si el aficionado recuerda algunas de las peleas de Roger Moore en el mismo papel, apreciará la diferencia.
Desequilibrio
Es una sorpresa ver que Marc Forster, director delicado antes de Quantum of Solace, se haya inclinado con exceso por las escenas de acción, sin llegar al equilibrio que podía haber conseguido. Y para que no haya duda, el final apoteósico acostumbrado en la serie Bond viene precedido por la cuarta gran persecución de la película.
Esta vez es entre aviones .La acción se traslada a una región desértica de Bolivia que en realidad es el desierto de Atacama, en Chile (el cambio nominal no gustó nada al alcalde del pueblo donde se tomaron algunas escenas y hubo un incidente, con protestas en la prensa chilena). En esa zona que para el guión tiene que ser Bolivia, Bond y Camille utilizan un bimotor Douglas DC-3, es decir el más clásico de todos los aviones de pasajeros. Apareció en 1935 y todavía vuela en algunos países, al mismo tiempo que otros ejemplares se exhiben en los museos de la aviación.
Y de nuevo, la persecución. Aparece un rápido monomotor de entrenamiento -un Aermacchi SF-260- convertido en un caza que quiere derribar al veterano DC-3. Que no lo consiga es algo que solo ocurre en una película de James Bond. Las escenas están bien tomadas y los aficionados no nos quejaremos por este episodio, aunque sea imposible. Pero repito que cuatro persecuciones son demasiadas. Los realizadores debían haber evitado la segunda o la tercera. Y mejor todavía, las dos.
Los actores principales son muy variados, empezando por la nacionalidad: Hay tres ingleses, Craig, Judy Dench y Gemma Aterton, la muy bella ucraniana Olga Kurylenko, el francés Mathieu Amalric, el italiano Giannini, el norteamericano Wright, el mexicano Cosio y el español Guillen Cuervo. Craig confirma que puede durar en su papel de James Bond, aunque para mi gusto estaba mejor en la anterior.
EN RESUMEN: ACCIÓN INCESANTE, SIN LAS GOTAS DE HUMOR QUE ACOMPAÑABAN A JAMES BOND EN OTRAS PELÍCULAS. PARECE DEMASIADO INFLUIDA POR EL ESTILO Y MONTAJE DE LA TRILOGÍA DE BOURNE. LÁSTIMA. EL AGENTE 007 NO DEBE IMITAR A NADIE.
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