Miguel Sánchez-Ostiz presentó ayer en el Planetario de Pamplona "Cuaderno boliviano" (Ed. Alberdania), un relato autobiográfico que recoge la fascinación del escritor por Bolivia. El director del Planetario completó esas pinceladas con un paseo por los cielos del altiplano andino.
LA estrella polar no titila en el cielo de Bolivia. Las noches del país que tiene fascinado a Miguel Sánchez-Ostiz no son como las de Pamplona. Ni las noches, ni menos aún los días. Ayer, en la presentación de su último libro Cuaderno boliviano, fruto de varios meses recorriéndose el país, el director del Planetario de Pamplona, Javier Armentia, completó la visión del escritor mostrando lo que se ve cuando la luz se va.
Cómo por su situación geográfica Orion, con su cinturón de tres estrellas, ocupa un lugar preeminente en el cielo en lugar de la Osa Mayor, como aquí. Las noches en el altiplano, a más de 3.000 metros de altura, son increíbles, según trasladó Armentia.
Pero eso fue la guinda de la presentación, después de que Sánchez-Ostiz desgranara el cuaderno de viaje que ha publicado con la editorial Alberdania. El escritor se acercó a la veintena de personas que acudió al Planetario de Pamplona para darles las gracias. "Hace una rasca que te afeita ahí fuera", convino.
En Cuaderno boliviano, Sánchez-Ostiz no pretende decir cómo es Bolivia. "Es un libro modesto de viajero que ha visto parcialmente un país, un país enormemente complejo, laberíntico, por hacer", señaló.
Él lo visitó entre abril y junio y ya advirtió que se empleaba mucho la expresión "patear el avispero". Se encontró con una sociedad al borde del enfrentamiento violento. "Se percibía en las calles, en la prensa, tienen un periodismo de una garra enorme, tanto los de izquierda como los abiertamente fascistas, los periódicos literalmente arden pero nunca llega la sangre al río", expuso el escritor.
Amago de linchamiento
De allí son los tinkus, una lucha entre dos pueblos que solucionan sus problemas con las manos - "Hoy se ha transformado en una cosa folklórica", dijo Sánchez-Ostiz-, las conspiraciones sin disimulo contra EvoMorales, la expresión "tumbar al indio". Bolivia es un país de linchamientos en la zona del Titicaca, de "justicia popular" y muñecos colgando de las farolas como advertencia para los ladrones.
A él mismo estuvieron a punto de correrle a pedradas por unas fotos que sacó de un pequeño rancho que creía abandonado. "La mujer pensó que era un ladrón y gritó para llamar a la comunidad, menos mal que el chófer hablaba aimara, pero nos vendieron de todo a cambio", narró ayer. "Las mujeres bolivianas tienen una puntería con las piedras notable y no es cuestión de tentar a la suerte", bromeó.
En Bolivia, Sánchez-Ostiz encontró una xenofobia y un racismo sorprendente, un país donde por un euro y 60 céntimos puedes comprar un cartucho de dinamita, pero también donde una de las palabras que más se utiliza es hermano, y se habla de dignidad, de respeto y de fraternidad. O la fiesta del Gran Poder. "Un desfile de máscaras en La Paz fascinante, con música muy machacona que te acaba hipnotizando, desde las seis de la mañana hasta las dos de la madrugada del día siguiente", apuntó.
Todo eso, junto a los ponchos rojos, los cocaleros, el sentimiento antiespañol y de suspicacia contra las ONG, de la ciudad de Potosí -"me dejó patidifuso", confesó-, las gentes del MAS y de Podemos, y alguna monja navarra, por supuesto, están en Cuaderno de viaje.La parte de Santa Cruz, no. Eso lo deja para otro viaje.
"Quiero intentar contagiar esa fascinación por un país como Bolivia", admitió ayer el autor de Las Pirañasy No existe tal lugar. Y recordó las palabras de Eduardo Galeano de que España conquistó América pero no la ha descubierto jamás.
En una presentación tan especial se conjugaron varios astros. El Planetario cumple hoy 15 años, Alberdania también, y Armentia hace aproximadamente ese tiempo que visitó por primera vez Bolivia. Después de leer Cuaderno boliviano tiene ganas de volver.
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