Los sindicatos piden que Opel rompa con General Motors para no verse arrastrada a la quiebra
GENERAL Motors se encuentra en fase terminal y su filial europea Opel en la unidad de cuidados intensivos. El peso que tiene el fabricante alemán en la economía del país -27.000 empleos directos y 50.000 indirectos- han llevado a la canciller Angela Merkel a plantearse una inyección de ayuda financiera, una decisión que ha levantado ampollas en los demás fabricantes alemanes, no solo del debilitado sector del automóvil.
Los sindicatos reclaman que Opel corte amarras con la matriz norteamericana e inicie una nueva etapa.
Opel lanzó hace una semana un SOS al gobierno alemán para recibir garantías estatales por valor de 1.000 millones de euros, una petición que amenaza con replantear las reglas de juego en la principal potencia económica europea.
La canciller alemana, Angela Merkel, se reunió esta semana con la cúpula de Opel y comunicó que se tomará tiempo hasta Navidad para anunciar si el gobierno concede el salvamento, que según los expertos pondría a salvo, además de los 27.500 empleos de las cuatro plantas de Opel, otros 50.000 de empresas proveedoras.
"Habría querido una decisión rápida, sobre todo por los trabajadores", manifestó decepcionado el presidente del comité de empresa de Opel, Harald Lieske. No obstante, consideró que el gobierno no podrá decir que no.
Subirse al barco
El ministro de Finanzas alemán, Peer Steinbruck, tuvo a su cargo expresar uno de los grandes temores del gobierno alemán: los "polizones" que según él querrán subirse al "barco del dinero estatal para protegerse de la crisis".
De hecho, la Federación de Proveedores de Componentes de Turingia se apresuró a reclamar un fondo de seguridad para todas las automotrices. "Todo el sector del motor está en crisis", señaló.
Esta preocupación, sin embargo, parece saldable a partir de la "excepcionalidad" del caso Opel: ser una empresa subsidiaria de GM y padecer una situación financiera originada en otro continente, lo que la hace susceptible de recibir una ayuda que también será excepcional.
En efecto, según el ministro de Economía, Michael Glos, Alemania no está dispuesta a socorrer a empresas alemanas en similares condiciones, y la política respecto de Opel debe ser tomada como "una acción única". Para el ministro, lo particular de Opel es que es subsidiaria de una empresa que está casi quebrada. "Si fuese una empresa alemana no se hablaría del tema", agregó, cerrando así la posibilidad de que otras empresas exijan un tratamiento parejo.
Asimismo, Merkel subrayó que la ayuda estará condicionada a que el dinero se quede en Alemania y no se transfiera a las arcas de GM. Con ello hizo patente la segunda gran preocupación del gobierno alemán: evitar al fuga de dinero a Estados Unidos. El gobierno, sin embargo, ya admitió que esta condición choca con la completa subordinación jurídica y empresaria entre Opel y GM.
El caso de Saab
Mientras tanto, arrecian las voces opositoras: "Si fuera un gerente de Volkswagen, me parecería indignante que la competencia recibiera crédito barato. Es una distorsión de la libre competencia", sostuvo el investigador Willi Diez, del Instituto para la Economía del Automóvil de la Universidad de Nurtingen.
"Las empresas medianas desaparecen en silencio y sin que nadie se dé cuenta, y ahora a las grandes las rescata el Estado", se quejó a su vez el presidente de Federación Alemana de Medianas Empresas, Mario Ohoven.
La posibilidad levantó también polémica en el resto de Europa. Tras el pedido de Opel, la marca sueca Saab, también subsidiaria de GM, se puso en campaña para conseguir ayuda del Estado.
Correspondió al poderoso sindicato metalúrgico alemán IG Metall señalar el camino que muchos consideran inevitable: "Opel depende de una madre enferma. Ya es tiempo de que la empresa corte su cordón umbilical", dijo el sindicalista de Fráncfort Armin Schild.
No es el único que ve en la coyuntura la oportunidad de que la empresa cambie de manos: para el economista Peter Bofinger, uno de los cinco sabios que asesora al gobierno, Opel debería separarse de GM. El gobierno alemán debe "estatizar temporalmente la automotriz, para volver a venderla a inversores privados una vez superada la crisis", afirmó.
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