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ENRIQUE VILA-MATAS ESCRITOR

"No sé quién soy, no me conozco, y es mejor así"

El escritor catalán habla de sus obsesiones y rarezas en el inclasificable "Dietario voluble". ": No he conocido un solo escritor serio que piense en la gloria literaria cuando escribe", asegura el catalán.

Actualizada Domingo, 26 de octubre de 2008 - 04:00 h.
  • TOMÁS GARCÍA YEBRA . COLPISA. MADRID

Enfermo de literatura, atrapado por las palabras, coleccionista de frases lapidarias, Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) fue condecorado el pasado martes Caballero de la Legión de Honor Francesa. La insignia se le impuso el embajador galo en nuestro país, Bruno Delaye. Autor de una treintena de libros y traducido a 29 idiomas, el escritor catalán habla de sus pasiones, sus decepciones y sus manías en el inclasificable Dietario voluble, publicado por Anagrama.

Se tiene la impresión, al leer su última obra, que vive la literatura como una enfermedad.

Un libro entero mío, El mal de Montano, se ocupa de esto. Ahí está todo muy bien explicado. Es un libro que no tiene por qué interesar únicamente a los enfermos de literatura. La prueba es que en Francia fue considerado en 2003 el mejor libro del año.

¿No cree que necesitaría, con más o menos urgencia, una desintoxicación literaria?

Antes sería más provechoso para el país desintoxicar a los espectadores de Escenas de matrimonio.

¿El escritor honesto es el que se abre las entrañas de par en par, quien arriesga a expresarse sin ningún afán de gloria?

No he conocido un solo escritor serio que piense en la gloria literaria cuando escribe. Ya Proust decía: "En la sordera del sueño eterno no somos importunados por la gloria".

Usted dice que no se conoce a sí mismo. ¿No nos buscamos por si acaso nos encontramos?

No sé quién soy. Eso es lo que en realidad digo. Como escritor he conseguido que mi vida sea la biografía de mi estilo. Pero no me conozco nada. Creo que es mejor así.

¿Por qué mejor?

Lo intuyo.

¿Cuál es la razón de que tenga tanta manía a los taxistas?

Ellos tienen que tratar a tanta gente impresentable a lo largo del día que algunos se contagian y se vuelven un compendio de todos los horrores de la humanidad. De la humanidad espantosa que sube a sus coches. Así que no les tengo manía, sino que, incluso, soy comprensivo.

¿Qué le preguntaría a su admirado Kafka?

Sería más interesante lo que él pudiera preguntarme. Bastaría con una sola pregunta para que escribiera la mejor novela de mi vida.

Teniendo salud ¿no resulta petulante quejarse de todo lo demás? La salud es lo primero. En eso estamos de acuerdo. Pero de ahí a que, a causa de no estar mal de salud, no pueda quejarme de la imbecilidad humana...

París, Nueva York, sus ciudades favoritas. ¿Podría ser feliz viviendo en Toro, en la provincia de Zamora? ¿Qué tendría que tener Toro o Benavente, para que usted corriese enloquecido hacia allí?

Cuando oscurece, todos necesitamos a alguien. En Nueva York parece más fácil soportar los días en que no hay nadie.

Hay críticos que dicen que el escritor está escribiendo siempre el mismo libro. ¿Esto es así porque cada cual sólo puede comunicar lo que comunica su estilo?

Es posible que en esencia todo gran escritor albergue dentro de sí tan sólo una novela, y que las demás sean variaciones artísticas sobre ese texto único y esencial. Yo creo que esa gran novela la estoy publicando por entregas.

¿Los premios comerciales son farsas simpáticas o tomaduras de pelo a los incautos que se presentan?

Qué pregunta más tímida. Aunque seguro que en el fondo usted sospecha que el mercado literario entero está podrido.


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