"Los cilindros están en propiedad privada", dice el vecino que los instaló en agosto de este año
ASEGURA que está secuestrado en su propio hogar. La vida de Francisco J. Varela, de 55 años, su mujer, María José Larral de Iraizoz, su hija Maitane, de 19, y la tienda de fotografía y producción de vídeo que regenta esta familia de Urdax cambió en mayo de 2007. Una riada rompió el 4 de mayo el pilar central del puente por el que habitualmente cruzaba en coche el río Ugarana para llegar hasta la carretera NA-121-B. Ese día no se preocupó demasiado.
A escasos 100 metros, de ese maltrecho puente había otro. Los problemas llegaron con el diseño de un nuevo puente que sustituía al anterior. Se encontraba justo al lado de su casa: "No estamos conformes con una obra que nos perjudique. Si hubiese una nueva riada, mi casa quedaría inundada. Los primeros interesados en que se haga la obra somos nosotros. Pero que lo hagan bien", explica Varela. Preocupado, consultó con la Confederación Hidrográfica del Norte para pedir información de las obras. "Me dijeron que ellos sólo tenían un escrito del ayuntamiento de Urdax donde manifestaban su intención de hacer una obra. No tenían autorización".
Las obras para el nuevo puente quedaron paralizadas. Desde entonces, ya ha pasado un año.
El día que le encerraron
El mismo día que se paralizaron las obras, el 7 de agosto de este año, su vecino instaló en el angosto camino de piedras que lleva hasta el puente por el que cruzaba para llegar a la carretera, los tres grandes cilindros de cementos que aparecen en la imagen.
Su vecino, que es teniente de alcalde en la localidad, relata una larga trayectoria de riñas entre ambos y asegura que su oposición a las obras fue "la gota que colmó el vaso". "Es propiedad privada. Antes tenían derecho de paso pero con el puente derruido, lo perdieron. Sí que tienen derecho peatonal. Y lo mantienen. Ya ha habido una sentencia favorable por nuestra parte".
Desde el 7 de agosto, los tres vehículos de Francisco J. Varela se encuentran parados. No tienen acceso hasta la carretera. "Cuando quiero ir a Pamplona tengo que pedir el coche a un amigo, salir andando hasta la NA-121-B y cogerlo. Y lo que es peor, si mi casa se incendia el camión de los bomberos no podría pasar. Y lo mismo pasaría con una ambulancia".
Aquí comenzaron los intentos del vecino de Urdax por recuperar la normalidad: denunció los hechos a Policía Foral, también a Guardia Civil, escribió una carta al ayuntamiento de Urdax, se reunió con el Defensor del Pueblo e incluso con políticos. Pero ya han pasado más de dos meses y su situación sigue igual.
Consultado por este tema, Santiago Villares, alcalde del ayuntamiento de Urdax, manifiesta que el consistorio que dirige no tiene nada que ver en este asunto: "Los cilindros se encuentran en propiedad privada. Por lo tanto, es un asunto que depende de los juzgados de lo civil".
Pasa el tiempo y Varela habla de los clientes que ha perdido, de los nervios que esta situación crea en los miembros de su familia y en que su hija Maitane depende del autobús para seguir con sus estudios de estética. Francisco J. Varela quiere una solución.
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