La asociación Santa Engracia no da por perdida la búsqueda de la segunda nevera de Azuelo de la que se tiene constancia escrita, la de La Espina, aunque sospechan que una vez abandonada sus piedras se pudieron utilizar para construir casas. El primer documento que hace referencia a esta estructura data de 1696, cuando un acta municipal da cuenta de que pretende hacer una en dicho término.
Su construcción se adjudicó al maestro cantero de Viana, José de Adriano, por 140 reales de vellón. Por los archivos municipales, se cree que tenía una cubierta de falsa cúpula con una trampilla de la que se sacaba la nieve por medio de un torno. También contaba con una ventana que servía de acceso cuando el nivel hubiera descendido. Gracias a la prolija descripción que se detalla para su puesta en pie, se sabe que fue similar a la de Labraza (Álava).
El 19 de septiembre de 1701 Azuelo vende la nieve a Esteban Ruiz de Otazu, vecino de Viana, por 176 reales de plata. La villa se reservaba para ella ocho cargas de nieve y le entrega al comprador una escalera de plomo y dos cestas para sacarla.
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