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AMADOR VEGA PROFESOR DE FILOSOFÍA DE LA RELIGIÓN Y ESTÉTICA EN LA UNIVERSIDAD POMPEU FABRA DE BARCELONA

"Oteiza abandonó su obra por amor al arte"

Amador Vega interpreta como un "gesto ético" el hecho de que Oteiza renunciara a la escultura

Actualizada Jueves, 23 de octubre de 2008 - 04:00 h.
  • NEREA ALEJOS . PAMPLONA

"Toda actitud auténticamente religiosa es iconoclasta". Así explica Amador Vega, profesor de Filosofía de la Religión y Estética, una más de las paradojas que ilustran la vida y obra de Oteiza. En el congreso titulado Oteiza y la crisis de la modernidad, Vega instó a recuperar el término "misterio" para referirse a la dimensión trascendente del arte. Su conferencia se centró en el pensamiento estético-religioso del escultor.

Oteiza era un hombre profundamente trascendental, ¿pero hasta qué punto se le puede considerar religioso?

En su caso, no se trata de esa religión tradicional de la que él mismo habla. Él dice que por un lado está la solución religiosa tradicional y por otro la solución estética, que sería una nueva forma de espiritualidad. Y esa idea pasa también por un camino de renuncia y de abandono, como toda religión. En realidad, lo que hace Oteiza es recuperar los fundamentos de la auténtica experiencia religiosa, cuyo núcleo es la renuncia a todo. En este sentido, la visión de Oteiza de lo trascendente es una visión religiosa.

Respecto a la polémica que suscitó con los apóstoles de Aránzazu, ¿por qué cree que Oteiza quiso representar catorce figuras en lugar de doce?

Toda actitud auténticamente religiosa es iconoclasta, porque en todo gran santo o místico hay un carácter rupturista. En ese sentido, Oteiza tiene una vocación de situarse en un plano provocador. En realidad, en el friso de Aránzazu hay una actitud apostólica, en el sentido de que el apostolado somos todos. El catorce es un número simbólico que representa la comunidad de los creyentes.

¿En qué más aspectos se manifiesta esa pretensión rupturista de Oteiza?

Estoy convencido de que su renuncia a la escultura es un camino de enorme sufrimiento para él. Aunque luego le da explicaciones teóricas muy complejas, eso es lo de menos. En su vida hay un testimonio importante: abandona la obra de arte justamente por amor al arte.

Por tanto, fue un gesto ético.

Totalmente. La ética es lo que viene después de lo religioso. El trecho que hay que recorrer hasta ahí es lo que siglo tras siglo se ha llamado el camino de la religión.

Usted ha destacado el concepto de misterio.

La palabra religión cada vez nos cuesta más, porque filosóficamente Dios está muerto y hay que buscar un nuevo camino espiritual. Hoy en día, la palabra misterio recoge mejor el sentido de lo religioso.

Ha presentado un escrito inédito de Oteiza sobre el arte y el zen.

La noción de vacío del zen es próxima a la de la mística cristiana, que a su vez es cercana a Oteiza. Él tiene razón cuando afirma que en el mundo oriental no se ha producido un arte liberado de lo religioso, mientras el arte contemporáneo occidental ha renunciado a los dogmas de la religión. Ese desprenderse del camino del arte religioso le ha dotado al mismo tiempo de una dimensión espiritual y mistérica. Es una paradoja, como todo lo que respecta a Oteiza.

Entonces era un hombre en permanente lucha consigo mismo.

Sólo de ahí puede salir un artista y un testimonio para los demás.

En ese sentido, ¿qué artista actual podría ser el equivalente de Oteiza?

Cualquiera de los grandes: Bill Viola, Anish Kapur, Anselm Kiefer... El arte profano del siglo XXI tiene una carga espiritual enorme.


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