A los diputados murcianos y valencianos del PP y PSOE no les entusiasma tener que votar a favor del nuevo Estatuto de Castilla-La Mancha, en el que se indica el fin del trasvase del Tajo al Segura en 2015, cuando las tierras de muchos regantes de Valencia y Murcia dependen, precisamente del agua que llega desde el Tajo. Este trasvase ha permitido desde hace varias décadas regar miles de hectáreas de desierto murciano y alicantino. Sin embargo, el estatuto había logrado la unanimidad de las Cortes de Castilla-La Mancha, comunidad en la que PSOE y PP lograron ponerse de acuerdo. El temor de las direcciones nacionales de ambos partidos es que en el Congreso, donde hay 43 diputados valencianos y murcianos, comience a haber disidencias. Como las que ayer protagonizaron Arsenio Pacheco y Alberto Garre, ambos del PP.
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