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El ganadero navarro Santafé sale a hombros de la plaza de Le Houga

Hubo mayoritaria petición de indulto para el tercer novillo, al que al final se le dio la vuelta al ruedo, al igual que al segundo

Actualizada Jueves, 16 de octubre de 2008 - 04:00 h.
  • KOLDO LARREA . LE HOUGA (FRANCIA)

El ganadero navarro José Ángel Santafé cerró el domingo pasado su brillante temporada con un nuevo triunfo en la plaza francesa de Le Houga, localidad cercana a Mont de Marsan, donde tuvo que salir a hombros después de que hubiese mayoritaria petición de indulto para el tercero de sus novillos, ejemplar que, finalmente, fue premiado con la póstuma vuelta al ruedo con arrastre lento; idéntico premio obtuvo el segundo de los cuatro lidiados.

Bajo una entrada superior a los tres cuartos del aforo, los encargados de lidiarlos fueron el francés Thomas Dufau y Raúl Rivera, de la Escuela Taurina de Madrid, que acompañaron al ganadero navarro en la salida a hombros, después de cortar un rabo el primero y tres orejas el español.

El joven francés se encargó en primer lugar del eral llamado Vampiro, número 13 y ensabanado. Abanto de salida, el novillo tuvo nobleza en sus embestidas pero acabó rajándose. Fue el de más baja nota del encierro. Dufau estuvo bien ante él, lo mató de una estocada algo caída y dio la vuelta al ruedo. Con la salida del tercero, un novillo de escándalo, llamado Cabezón, número 10 y negro de capa, llegó la locura a los tendidos. El eral salió con muchos pies y derrotando. Enseguida dejó ver su fijeza en la capa del francés. En la muleta fue un cúmulo de cualidades positivas: el novillo tuvo franco galope, embistió muy humillado, haciendo el avión, se vino de largo al engaño, fue pronto y tuvo nobleza fijeza y recorrido.

Fue tal su calidad, que, tras una larga faena por ambos pitones, en la que predominó el parsimonioso temple, el público pidió el indulto, que se le personase la vida a un animal que había derrochado brava clase.

Mientras la presidencia decidía sin concederlo, Cabezón aceptó una nueva faena de Dufau. Finalmente, el ganadero decidió con honradez que fuese estoqueado; sobre todo por dos motivos: por las dimensiones del ruedo, pequeño para calibrar la verdadera bravura del novillo, y porque la legislación sobre la "lengua azul" no permite que el novillo regrese a su punto de origen.

Lo cierto es que Dufau, alumno del matador francés Richard Milian, empuñó la espada y culminó su gran faena con una estocada hasta la bola, que le permitió cobrar el rabo de un novillo de lujo. Con estos trofeos dio la vuelta al ruedo junto al ganadero.

Por su parte, el novillero español se las vio en primer lugar con el novillo llamado Riojano, número 4, cárdeno, que también derrochó clase sobre el ruedo. El eral tuvo nobleza y magnífico tranco, embistió haciendo el avión y el joven madrileño lo entendió perfectamente. Realizó una estupenda y variada faena, muy asentado, y lo mató de una estocada. Fue premiado con las dos orejas del eral, trofeos que paseó después de que al novillo se le diese la vuelta al ruedo.

Similares buenas maneras mostró Rivera ante el cuarto y último, un novillo, llamado Cantor, número 5, castaño, ojo de perdiz, que mostró también mucha clase pero al que le faltó algo de fuerza. El madrileño no le bajó las manos con la capa porque el eral salió algo congestionado. Después, fue a más y la faena de Rivera, también. De sus brazos salieron los mejores naturales de la tarde. Mató de una casi entera y su labor fue premiada únicamente con una oreja, aunque mereció las dos.

En definitiva, fue una tarde histórica tanto para la plaza francesa de Le Houga como para el buen ganadero navarro de Villafranca.


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