El cierre de Rohm and Haas Tudela afecta a 54 trabajadores. Cada uno de ellos es protagonista de una historia personal que, ahora, se ve trastocada. Este reportaje muestra cinco de esas vidas.
El cierre de una empresa suele ir acompañado de un aluvión de datos. Dirección, comité, sindicatos y medios de comunicación hablan de cuentas económicas que no cuadran; del número y antigüedad de los trabajadores despedidos; o de la cuantía de las indemnizaciones a pagar. Tras esos fríos números se esconden siempre las historias personales de los empleados y sus familias, y de los sueños de futuro truncados.
Esto es lo que ahora están sufriendo los 54 empleados de la empresa Rohm and Haas de Tudela, que el pasado día 3 de octubre anunció su cierre inminente. Detrás de esos 54 trabajadores hay nombres y apellidos como los de Julio Lizar Martínez, Ander Antón Suárez, José Sáez Mancho, Javier Vidorreta Berdonces y José Ángel González Guillén, protagonistas de este reportaje.
Proyectos de vida quebrados
La sorpresa inicial ante el anuncio del cierre ha dejado paso a una sensación de impotencia difícil de digerir, acrecentada por el hecho de que, según apuntan los trabajadores, la planta no generaba pérdidas. "Nos sentimos engañados por una empresa a la que hemos dado nuestra juventud. Cuando nos han pedido algo, hemos respondido favorablemente. Ahora ellos, por una mera cuestión estratégica de mercado, quiebran nuestros proyectos de vida", indican estos cinco trabajadores, de edades comprendidas entre los 26 y los 39 años.
Todos ellos tienen que hacer frente a las tan temidas hipotecas, todas recién estrenadas y, en su mayoría, a los gastos derivados del cuidado de sus hijos de corta edad. Saben que, tras la negociación para determinar las indemnizaciones, llegará el turno de sentarse con sus respectivas mujeres, hacer números y replantearse un futuro que ahora ya no es tan halagüeño.
La "familia" de Rohm and Haas
Los cinco reivindican su derecho a ser algo más que un mero "cálculo financiero". "Esta empresa ha llegado a los 40 años en Tudela gracias a los empleados que tuvo en sus inicios y a los que ahora hemos cogido su relevo. Somos una familia que ahora se va a romper en pedazos sin poder hacer nada y sin que la dirección de la planta luche por evitarlo", señalan.
En este sentido, los cinco solicitan al Gobierno de Navarra y al Ayuntamiento de Tudela que se impliquen en este problema. "Cuando se hacían inauguraciones o ampliaciones, todos venían aquí a hacerse la foto. Ahora, nadie nos ha llamado, y es en estos momentos cuando necesitamos su ayuda para salvar a nuestras familias", concluyen.
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