Ana Riaño Argüelles, médico interno residente (MIR) durante 5 años en Virgen del Camino, ha sido premiada en su nivel con la trayectoria nacional más distinguida en Cirugía Oral y Maxilofacial
Q UIÉN le iba a decir hace cinco años a esta asturiana, cuando hizo las maletas para venir a Pamplona, que ya no volvería a hacerlas de regreso. Que su trabajo en el equipo de Cirugía Oral y Maxilofacial (tratan cuello y cabeza) del Hospital Virgen del Camino le depararía un premio nacional. Y un futuro, ya que se quedará trabajando en este centro cuando termine la residencia, el próximo 16 de junio.
Hoy, Ana Riaño Argüelles, de 30 años, echa la vista atrás y no se arrepiente de haber dejado su Oviedo natal, su novio (actual marido) y su familia. Aunque, eso sí, no deja de reconocer que la apuesta por Navarra le supuso "momentos muy duros, pero que al final se han vuelto gratificantes".
Currículum equilibrado
Los esfuerzos de su día a día se han visto compensados con el premio "fin de residencia" que entrega anualmente la Sociedad Española de Cirugía Oral y Maxilofacial (SECOM). El galardón la acredita como la médico residente que acaba este año su formación en un hospital español y que cuenta con mejor trayectoria durante su periodo de residencia. Ella lo achaca a un currículum "equilibrado".
"Nunca se me ha dado mal estudiar, pero tampoco he sido la número uno de mi promoción. Habrán valorado que tengo un poco de todo: estudios, trabajos de investigación, participaciones en congresos, etc.", dice. Estos 5 años que ha pasado en Virgen del Camino también le han servido para confirmar que su vocación es su especialidad. "Descubrí la cirugía maxilofacial durante unas prácticas de verano al final de la carrera. Siempre había contado con cierta facilidad manual para tareas finas. Además, me enganchaba esa faceta quirúrgica de intervenir al paciente. Sentía que así puedes aplicar lo que estudias".
Define como "muy diverso" su trabajo cotidiano. Por las manos de Ana Riaño pasan pacientes que hayan sufrido agresiones en su cabeza o cuello ("ahora mismo, los casos más frecuentes", cuenta), accidentes de tráfico, caídas casuales, quemaduras, etc. También personas que presenten algún tumor en esas zonas, que muerdan mal por un defecto congénito en la mandíbula, malformaciones como labios leporinos, enfermedades de las mucosas orales o quistes y muelas con problemas, entre otros muchos casos.
Reconoce que tienen "bastante carga de trabajo" y que, por encima de lo simplemente estético, siempre están orientados a "extirpar y reconstruir con vistas a que ese órgano conserve su funcionalidad". La suya, describe, es una especialidad joven, dinámica y bonita. "Estamos lejos de ese tópico que dice que somos médicos que con poco trabajo ganamos mucho dinero", ríe.
Aunque continuará desempeñando su trabajo en la Comunidad foral, eso no le impide mostrarse crítica con algunas situaciones que afectan a los facultativos de esta región. "Nos venden que la sanidad navarra es puntera, pero sin embargo el trato que da a sus profesionales deja mucho que desear. Horas de guardia física retribuidas por debajo de lo que pagan en otras regiones y conceptos que han perdido su sentido como el complemento de exclusividad (plus que se otorga a aquellos médicos que deciden no ejercer simultáneamente su profesión en el ámbito privado)". Aunque consciente de sus retos, el desempeño diario de su profesión no le ha desencantado. "La medicina es dura. Te enfrentas a momentos complicados en los que tienes que dar malas noticias. En ese momento es cuando descubres si tienes verdadera vocación de servicio".
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