La tardanza de Joaquín Sabina y Benjamín Prado (45 minutos) se debió a un cúmulo de circunstancias, casi ninguna achacable al dúo de poetas. Ambos, junto a sus parejas -la de Sabina, la fotógrafa peruana Jimena Coronado, y la de Prado, una periodista radiofónica llamada Ana-, viajaron en coche desde Madrid. Su llegada al hotel La Perla se retrasó debido al desconocimiento de que la zona se encontraba peatonalizada. Cuando consiguieron aparcar, Sabina y "Benja" comunicaron que se encontraban junto al Ayuntamiento, pero en realidad esperaban junto al Monumento a los Fueros, porque habían confundido el edificio de la Diputación con el del consistorio. Cuando llegaron al hotel La Perla, concedieron un par de entrevistas que se sucedieron en veinte minutos, entre las 22.40 y las 23.00 horas. Sabina, que había pedido alojarse en la habitación dedicada a Manolete, atendió a los medios de comunicación con un vaso de whisky con agua. A continuación, Joaquín Sabina y Benjamín Prado cenaron en el hotel. Les sirvieron un menú consistente en medias raciones de revuelto de perretxiko, menestra de verduras, ajoarriero con langosta y cordero al chilindrón. Antes de salir hacia el Civican, surgió otro imprevisto: Sabina se había olvidado en el coche sus gafas, imprescindibles para la lectura de los textos. Tuvo que acudir a una farmacia de guardia para comprarse unas gafas pregraduadas. Finalmente, Sabina y Prado entraron en el Civican a las 00.15 horas.
© DIARIO DE NAVARRA. Queda prohibida toda reproducción sin permiso escrito de la empresa a los efectos del artículo 32.1, párrafo segundo, de la Ley de Propiedad Intelectual