El Velódromo Luis Puig ha acogió la segunda edición en España de este minifestival
El espectáculo "Night of the Proms" ha demostrado anoche, en Valencia, que la recuperación audiovisual de los años 80 es un filón comercial del que grupos y artistas como Simple Minds, OMD, Alan Parsons o Miguel Ríos están dispuestos a seguir sacando partido bajo el disfraz de la nostalgia.
El Velódromo Luis Puig ha acogido la segunda edición en España de este minifestival, que hoy recalará en la plaza de toros de Benidorm y que, desde 1984, cuando comenzó a celebrarse en Centroeuropa, ha fusionado el pop-rock más comercial con la música clásica, en un espectáculo preparado para todos los públicos.
Aires medievales, clásicos populares, electropop, rock sinfónico, una iluminación muy efectista y una constante demostración de virtuosismo coral e instrumental han marcado una velada de tres horas que ha reunido a menos público que el año pasado, en un escenario que sigue siendo demasiado grande para esta iniciativa.
El espectáculo ha estado guiado por la orquesta Il Novecento que, integrada por 72 músicos y dirigida por Robert Groslot, ha acometido desde el "Así habló Zaratustra" hasta piezas del compositor alemán Ludwig Van Beethoven (1770-1827), pasando por valses y temas fácilmente reconocibles y una suite inspirada en Simple Minds.
La orquesta ha regalado el toque sinfónico de una noche orientada hacia edades adultas -tanto por el cartel como por los precios de las entradas-, ansiosa por escuchar en directo los temas más conocidos de sus grupos favoritos, aquellos que marcaron el ritmo de una década que vio nacer la globalización musical.
Tras el cantante clásico alemán Galileo y su capacidad para pasar de un registro vocal a otro sin apenas inmutarse ha actuado Miguel Ríos, enarbolando el pabellón español en una cita que esperaba de él sus grandes clásicos: cayeron "Bienvenidos", "Santa Lucía", "Antinuclear" y el "Himno de la alegría", este último con mecheros al aire y todos ellos con su particular escenografía del viejo rockero que intenta resistir, década a década, el paso del tiempo.
Maniobras Orquestales en la Oscuridad (OMD en inglés) han recuperado también, entre los desmesurados bailes del británico Andy McClusky, su famosa oda medieval a Juana de Arco con "Maid of Orleans", amén de un popurrí que ha mezclado "Souvenir" con "Locomotion", para dar paso al primer gran momento de nostalgia festiva de la noche, "Enola Gay".
Veintiocho años después, su melodía sigue levantando pasiones y se ha convertido en uno de los himnos para la actual generación de "treintañeros" en adelante, mimada por las multinacionales que ven en ella un filón comercial revestido de nostalgia de una etapa, los 80, que tras ser denostada, atraviesa un momento de gloria y condescendiente respeto por sus modas, sonidos y actitudes.
Tras ellos y el correspondiente descanso para la cena, le ha llegado el turno al compositor británico Alan Parsons al piano y guitarra con "Eye in the sky", "Silence and I" y "Games people play", temas que siguen sonando en emisoras generalistas para evocar recuerdos de los últimos 70 y los primeros 80.
Además, la espectacularidad de la orquesta le ha aportado un grado más de épica al rock sinfónico de este ingeniero de sonido que, como los grupos británicos Pink Floyd, Genesis o Supertramp, ha alentado el llamado "rock adulto".
Pero el plato fuerte de la noche se esperaba con los escoceses Simple Minds, liderados por un Jim Kerr que cumple 30 años de carrera con bastante menos voz y continuas giras internacionales que rentabilizan su amplio cancionero de éxitos, de los que hoy se han escuchado "Sanctify yourself", "All the things she said", "Belfast child" y "Alive and kicking".
La orquesta se ha despedido con la muy británica "Land of hope and glory", recibida con pitos por parte del público y, tras el cual, ha llegado un bis que se ha convertido en la traca final.
Todos los artistas han cerrado el espectáculo compartiendo el "Don't you (forget about me)" de Simple Minds, su primer éxito masivo y rescatado recientemente por una conocida marca de refrescos para simbolizar a los adultos más jóvenes que han crecido con el "Un, dos, tres" y "La guerra de las galaxias", los mismos que hoy han alimentado aún más su nostalgia por aquella época.
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