El 3 de mayo Patxi Eugui iniciará su último manomanista. El agoizko, un histórico en la pelota, lo prepara con ilusión
A estas alturas de la vida nadie le va a enseñar a Patxi Eugui Cabodevilla (Aoiz, 1971) cómo se prepara un Manomanista. Desde hace meses trabaja en la competición que le ha dado todo como pelotari. En agosto colgará los tacos, quiere irse firmando un gran mano a mano y está convencido de ello.
El día 3 empieza el último capítulo de su historia manomanista.
No me fijo en eso, yo lo estoy preparando con la misma ilusión del primero. Quiero irme dejando una buena imagen, estoy haciendo buenos entrenamientos y las sensaciones son buenas.
¿Se entrena más motivado por ser el último mano a mano?
No, porque el Manomanista de por sí mete adrenalina en el cuerpo por muchos campeonatos que hayas jugado.
¿Por qué el Manomanista es lo máximo para cualquier pelotari?
El Manomanista es lo más bonito de la pelota, en el uno contra uno es donde se ve todo, tus puntos fuertes, dónde el rival es superior... En el Parejas te puedes tapar, aquí eres tú contra el rival y contra ti mismo.
El mano a mano es lo más grande, y lo más duro.
Lógico, las cosas que más cuestan en la vida, las más duras son las más importantes. Y el Manomanista lo es en la pelota.
Muchas veces se ha hablado de la soledad del Manomanista, ¿le dio pena ver a Beloki perder así?
El deporte es esto, y lo que le pasó a Rubén es ley de vida. No es una cuestión de mala imagen ni de sentimientos. Para mí un pelotari jamás da pena, esto es un deporte, hay uno que gana y otro que pierde; no hay más.
¿Con qué se queda de sus manomanistas?
Con las preparaciones que he hecho de todos los campeonatos. Te sientes distinto a otros momentos del año, sabes que estás trabajando por algo muy importante.
¿Se queda con algún partido?
La primera txapela fue muy importante por ser la primera, y la tercera también porque coincidió con el nacimiento de mi hijo el día anterior. Fue un fin de semana feliz.
Su primera final, la que jugó y ganó a Arretxe, ¿cree que marcó una transición en la pelota?
Sí, porque el año anterior había ganado la txapela Rubén, y después vine yo. Aquello fue el inicio de otra época. La gente pensaba que íbamos a estar 15 años ahí arriba y al final fueron seis. Han sido campeonatos intensos, muy bonitos, luego han venido otros como Olaizola II e Irujo que nos han relevado.
¿Cómo ha cambiado el Manomanista desde que se estrenó en el Labrit hasta ahora? Ahora se dice que quien no tiene aire no puede ser campeón.
Lo del juego de aire ha cambiado por el material. El tipo de pelota de comienzos de los 90 al de ahora no tiene nada que ver. Antes se jugaba con un material más bajo, de medio bote y ha ido cada vez a más. Yo pienso que ahora se juega con demasiada pelota, por eso se habla tanto del aire. Si una pelota anda tres cuadros, por muy buenas piernas que tengas nunca vas a llegar a darle.
¿Era un juego más auténtico?
Para ver un Manomanista auténtico habría que jugar con menos material. ¿Por qué? Porque vas a ver de verdad cómo el pelotari anda en la cancha, también te tendrás que defender de aire y el aire de ataque será aire de ataque. Hay que buscar un material con el que se pueda hacer bien todo, en el que se vea el pelotari completo. Quizá quien tenga mejor aire marca hoy la diferencia, pero no es el más completo.
¿Usted sufre con este materia?
A mí jugar de aire me ha costado mucho porque mi patrón es otro. Hay días que lo haces mejor y otros peor, y es curioso porque los pelotaris de antes que sólo tenían aire lo pasaban muy mal, y ahora es al revés. Hay que saber adaptarse, pero no estoy de acuerdo con la forma de jugar ahora mano a mano.
Usted también ha conocido muchos y variados sistemas de juego. ¿Con cuál se queda?
El sistema de 20 pelotaris en escalera me parece bueno, está muy bien. Para los que están abajo es una motivación verse entre los 20 mejores y jugar el Manomanista. El sistema de ahora me gusta.
Usted ha tenido manomanistas muy buenos, y otros menos. Con el paso del tiempo, ¿cómo ve aquellos partidos que jugó infiltrado?
Son experiencias que te marcan. Sales a la cancha con una ilusión tremenda aunque sabes que no estás al cien por cien y que incluso lo vas a pasar mal, muy mal. Por eso las noches anteriores son malas, te cuesta dormir. Pero en esas circunstancias te puede la ilusión y arriesgas porque crees que pueden darse las circunstancias para que aquello salga bien. Yo soy impulsivo, un poco echado para adelante, y si hay que arriesgar, se arriesga. Yo no me arrepiento de nada de lo que he hecho. Yo no sabía que aquellas infiltraciones podían darme problemas, ni es seguro que me tuvieran que operar de la mano por aquello. Yo puse todos los medios para estar bien. No me arrepiento de nada de lo que he hecho tanto en mi vida deportiva como personal. Las cosas las pienso, las decido y las hago. Puedo acertar o equivocarme.
¿Cuántas txapelas más tendría Eugui sin tantas lesiones?
Eso nunca se puede decir. Yo estoy contento con mi vida deportiva porque he ganado cosas importantes, quizá me ha faltado un poco de suerte con las lesiones en momentos cruciales, sobre todo a partir de 2001. No sé si hubiera ganado más, pero me hubiera gustado estar bien para plantar cara al relevo de Olaizola, Irujo...
¿Cuál ha sido su partido más duro?
Hay muchos. Yo me acuerdo siempre del que me ganó Elkoro en Pamplona, dimos 400 pelotazos, me tuvo todo el partido dominado, pero a base de sufrir y sufrir resistí hasta el final. Me ganó 22-8, pero le costó mucho darme ese repaso.
¿Tiene un partido para olvidar?
El 22-1 de Patxi Ruiz en Pamplona, fue un día malísimo. Ese año estrenaron las pelotas Pumpa, nunca habíamos jugado con ese material y me vi impotente.
¿Qué es la cabeza en el Manomanista?
Es importantísima. Tú puedes estar muy bien de juego, pero si no sabes lo que tienes que hacer, ni tienes la tranquilidad suficiente poco vas a hacer.
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