Moratinos asegura que el objetivo de la gestión diplomática es proteger la vida de los veintiséis marineros
La embajada española de Nairobi, en el tercer piso de un céntrico bloque de negocios, vivía ayer horas intensas, de llamadas y gestiones. Ya saben algo de secuestros en Somalia, tras afrontar el año pasado el de dos cooperantes, una experiencia que ahora resulta preciosa y cobra valor en el caso del pesquero Playa de Bakio, secuestrado el domingo por piratas con 26 personas a bordo: ocho gallegos, cinco vascos y trece africanos.
La información de su paradero exacto sigue siendo confusa, sólo se sabe que ha fondeado en aguas de este país. Se hablaba de la ciudad de Obbia, pero ayer también se citó Garad.
Somalia es un país imposible, roto, inmerso en un reino de taifas medieval, con señores de la guerra armados hasta los dientes, en el que nadie pone el pie. En Mogadiscio, la capital, la ONU sólo tiene dos personas. En las zonas más seguras del país están presentes algunas ONGs y organismos internacionales, pero la mayoría trabajan con personal local y sólo hacen viajes rápidos de vez en cuando para comprobar la situación.
Gestión desde Nairobi
La embajada española en Kenia es quien está llevando en primera línea la gestión de la crisis, en coordinación con el gabinete de crisis creado en Moncloa y presidido por la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega.
Ayer hubo un paso decisivo. Según fuentes del Ejecutivo, el embajador, Nicolás Martín Cinto, va a viajar a Mogadiscio para llevar personalmente la negociación. Según explicó el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, su misión es "establecer todos los contactos con las autoridades somalíes para facilitar la liberación de nuestros pescadores".
Protegido por los GEO
"Es un viaje peligroso, nadie va a Mogadiscio, es el peor sitio", señalan fuentes tanto diplomáticas como de la cooperación. Este mismo lunes hubo 81 muertos en un nuevo estallido de violencia entre bandas armadas que se disputan el control de la capital. Por eso el jefe de la legación española viajará escoltado por miembros del Grupo Especial de Operaciones (GEO), según apuntaban ayer algunas agencias.
No obstante, a última hora de este martes el embajador se encontraba aún en Nairobi, confirmaron fuentes diplomáticas. Desde el propio barco, a través de la llamada telefónica a su padre de uno de sus tripulantes, el guipuzcoano Mikel Arana, llegaba la noticia de que los piratas esperaban la llegada de "un mando para negociar". El desplazamiento del embajador, en cualquier caso, significa que hay un interlocutor y una negociación abierta. No es poco.
Intento de asalto
La situación es delicada y volátil, y prueba de ello es que a media tarde irrumpió en escena otro actor. El Gobierno de Puntland, uno de los tres territorios en que está dividida de facto Somalia, anunció que puede intentar un asalto al barco español para detener a los piratas.
"Hemos mandado a nuestros militares y esperamos que lo liberen con éxito", declaró el llamado ministro de seguridad de Puntland, Abdullahi Said Samatar, según informó la agencia Reuters.
Estas fuerzas habían liberado horas antes un buque de Emiratos Árabes, también secuestrado, y arrestaron a siete piratas, que serán ejecutados. Las autoridades de este lugar pretenderían hacer lo mismo con el Playa de Bakio. Según estas informaciones, el barco español se halla en el puerto de Garad. A última hora de ayer no había noticias de esta posible operación.
Se trató, a todas luces, de un factor inesperado en el cuadro de la crisis. Horas más tarde, el ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, negaba tener conocimiento de ninguna acción militar de fuerzas somalíes para liberar el barco. "Nuestro objetivo es no poner en peligro la vida y la integridad física de nuestros ciudadanos", reiteró.
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