"Seré de las concejalas más veteranas, pero no he perdido un ápice de ilusión"
La vida profesional de Teresa Moreno ha estado ligada, desde que tenía 17 años y comenzó a trabajar, al mundo de la sanidad. En la política ha ido siempre de la mano de UPN, partido al que se afilió en 1983 y le acercó al Ayuntamiento de Pamplona como concejal en 1991. Desde aquel año, Moreno ha ocupado un asiento en el pleno municipal, salvo entre los años 1999 y 2002. Desde 2007 ocupa además la concejalía especial de Igualdad.
Su cargo tiene también ahora reflejo en el Gobierno de Zapatero.
Es cierto, además con una ministra que es la más joven y con un curriculum bastante interesante.
Y en un gobierno con más mujeres que hombres. ¿Qué le parece?
Particularmente, le doy un voto de confianza al presidente porque espero que haya elegido a esas mujeres por su valía. En UPN somos un referente en cuanto a representación femenina en gobiernos y ayuntamientos, por eso es un error pensar que nuestro partido no apuesta por las mujeres.
¿Qué objetivos se marca desde su área?
La conciliación laboral, la incorporación plena al trabajo y erradicar la violencia de género.
Dé ejemplo y dígame que en su casa se comparten las tareas del hogar.
Tenemos dos hijos, de 25 y 22 años, que viven en casa y a los que he educado para que compartan. Lo cierto es que saben hacer y hacen bastantes cosas. Cocinan, limpian, y se pueden quedar solos perfectamente. Mi marido es más de la antigua escuela, pero vivió en un piso de estudiantes y sabe defenderse.
¿Y eso le ayuda a conciliar la vida familiar y laboral?
No lo niego, aunque siempre toca hacerse cargo del orden final y conciliar siempre resulta una tarea dura. Creo que lo más complicado se pasa cuando los hijos son pequeños, porque tienes que atenderlos más. De todas formas, me considero una mujer vitalista que intenta tirar para adelante, nada diferente al resto.
¿Hace las tareas de casa?
Tengo ayuda, pero me gusta atender mi casa. Me encanta, por ejemplo, meterme en la cocina un sábado o un domingo, encerrarme con algo de música marchosa y preparar un montón de comida.
Usted es concejal de Pamplona desde el año 1991, salvo por un periodo de tres años. ¿Cómo ha cambiado en estos años el Ayuntamiento?
Todas las corporaciones son diferentes, y yo me he sentido muy bien en todas. Tal vez en la primera estuve más desorientada.
¿Se siente la misma ilusión por ser concejal diecisiete años después?
Seré de las más veteranas, pero no he perdido un ápice de ilusión. La experiencia me sirve para seguir trabajando con más ganas.
Caries, piojos y gafas
Usted comenzó a trabajar muy joven, a los 17 años.
Estudié en Carmelitas y luego pasé a Cruz Roja. Allí aprendí puericultura y auxiliar sanitario. Luego empecé a trabajar en el Instituto de Salud Pública, en medicina escolar.
¿Visitando los colegios y haciendo chequeos a los alumnos?
Eran reconocimientos que se hacían con un pediatra, un médico de medicina general y un dentista.
Más de uno se acordará de aquellas visitas, sobre todo, por las vacunas.
Para nosotros era un trabajo muy bonito, aunque entiendo que algunos de aquellos niños se acuerden de nosotros por otros motivos, y algunos me saludan todavía por la calle.
En el aspecto sanitario sí que se ha adelantado. ¿Cómo andaban de salud los escolares de entonces?
Había muchas caries, pero el tema estrella eran los piojos y nos convertimos en una expertas. Para eliminarlos dábamos a los niños una bolsita con un preparado especial. También era bastante habitual que, a raíz de esas revisiones, se pusieran muchas gafas porque entonces no había tanta costumbre de ir al oculista.
¿Cuál es su trabajo ahora?
Me encargo del servicio de evaluación y atenciones no sanitarias del Servicio Navarro de Salud.
¿En qué consiste?
Lo suelo explicar de una forma gráfica: cuando un paciente ingresa en un hospital, desconoce los entresijos del tratamiento que va a recibir y hasta pasado un tiempo no verá los resultados. Pero ese mismo paciente sí es capaz de valorar si el trato que recibe es bueno, si las instalaciones son adecuadas, o lo es la comida. Lo que yo hago es comprobar que todo eso funciona. Hemos introducido servicios de peluquería, biblioteca y bastantes mejoras en la planta infantil.
¿Se quejan mucho los pacientes?
En esos aspectos no, porque el trato es bueno. Únicamente de las comidas, pero sólo los que tienen que seguir algún tipo de régimen.
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