Los países de la UE han aprobado elevar a un 10 por ciento para 2020 la cuota obligatoria de biocombustibles usados en el transporte
Varios expertos han apostado hoy por que la industria de biocarburantes utilice sistemas de certificación, produzcan y realicen balance de gases efecto invernadero de manera adecuada para restaurar su imagen ante la opinión púbica y las autoridades políticas. Así lo han puesto de manifiesto durante un seminario práctico sobre certificación de biocarburantes, que se celebra en Madrid en el marco de la tercera Exposición y Encuentro Summit sobre Biocombustibles Sostenibles, que tendrá lugar hasta el próximo jueves día 24 de abril.
Han considerado necesaria esta certificación para garantizar una producción respetuosa con el medio ambiente con el fin de evitar la deforestación de los bosques y perjudicar la diversidad de los suelos y zonas naturales.
En su opinión, el principal problema de la producción de biocarburantes reside en el suministro sostenible de materias primas, por lo que han abogado por pasar a los biocarburantes de segunda generación, que serán los responsables de alcanzar el objetivo fijado por la Unión Europea para 2020.
Concretamente, los países de la Unión Europea han aprobado elevar a un 10 por ciento para 2020 la cuota obligatoria de biocombustibles usados en el transporte.
Sin embargo, los sistemas de certificación "están condenados al fracaso", según un informe publicado hoy por Amigos de la Tierra, que ha denunciado que el cultivo a gran escala de los biocombustibles incrementa la presión sobre el uso de la tierra y fomenta el monocultivo en países productores como Indonesia, Malasia o Brasil.
La organización ecologista ha destacado que la rápida expansión de las plantaciones de soja y caña de azúcar empuja al resto de tipos de agricultura hacia otros lugares y causa deforestación, pérdida de vida silvestre y problemas sociales.
También ha señalado que los efectos secundarios como el aumento de los precios de los alimentos están fuera de todos los esquemas propuestos de certificación, cuya implementación es "altamente improbable" que se haga de manera completa y efectiva.
Amigos de la Tierra ha asegurado que muchos esquemas de certificación, además, "están fuertemente dominados por grandes corporaciones internacionales cuyos negocios se basan en vender cantidades crecientes de productos agrícolas como materia prima y tienen escaso interés en reducir su demanda".
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