Con 10 puntos de ventaja sobre el Villarreal y once con el Barça, si estos pierden y el Madrid gana al Athletic, sería campeón
Marcó Higuaín el 0-2 en el último instante y los blancos lo festejaron en la banda del Sardinero a lo grande, sabedores de que la Liga ya es suya. Tanta es su ventaja que podrían incluso coronarse la semana próxima, con cuatro jornadas de antelación. Ganaron por oficio, por seguridad atrás, porque el Racing estuvo romo y porque Raúl, otra vez el "7", les situó pronto en el buen camino con su decimoséptimo gol.
Jugando por momentos al ralentí, el Madrid aprovechó el enésimo fallo del Barça y dejó con un palmo de narices a un conjunto montañés que sigue en las puertas de la "Champions" porque, sencillamente, no puede ante los grandes. Tiene orden, equilibrio, buen fútbol pero, como a casi todos los humildes, les falta pegada. Pero debe de ser paciente porque está sólo a un punto el Atlético tiene pinta de seguir regalando.
Como Marcelino no quería un partido de ida y vuelta y Schuster confesó la víspera que el empate podía servirle, Racing y Real Madrid salieron más predispuestos a no regalar espacios que a encontrarlos. Ambos preferían que fuera el rival el que aceptara una ligera iniciativa para poder desplegarse al contragolpe.
Raúl no falla
Como tantas veces, empero, ocurrió que un gol en el primer cuarto de hora rompió el guión. Fue una acción aislada en la que Robinho centró sin oposición y el pillo Raúl metió la punterita derecha lo justo para engañar a Toño. Con la ilusión de un juvenil, Raúl quiere mostrar tanto sus méritos para estar en la Eurocopa que en las postrimerías del primer tiempo se sacó hasta un par de regates sobre la línea al más puro estilo de un extremo.
El caso es que su diana obligó a los montañeses a venirse arriba, a buscar a un Madrid con una peligrosa tendencia conservadora. Por dominio y ocasiones, el Racing no mereció irse al descanso en desventaja. Más bien al contrario. Iker tuvo que sacar un pie de balonmano a disparo cruzado de Tchité con marchamo de gol, y vio como un cabezazo franco de César Navas pasaba cerca de su palo. Y los locales se quejaban de que el asturiano Muñiz no tenía el mismo rasero para medir las tarjetas, ni consideraba voluntarias las manos de Sergio Ramos, que luego se tocó el rostro para disimular, y de Diarra.
Los cántabros no pudieron
En la reanudación, el Racing quiso siempre pero nunca pudo y el Madrid vivió feliz. Cuando recuperaban el balón, los blancos trataban de tocar al ralentí para darle pausa al partido.
Pensaban que cuando los norteños acusaran el esfuerzo y tuvieran que abrirse a la desesperada, llegarían las oportunidades para sentenciar.
Y pensaban bien los de Schuster porque tanto Robinho como Sneijder, tras las dudas de Toño, lanzaron al limbo dos ocasiones pintiparadas. Y luego Muñiz anuló un gol al recién entrado Higuaín por una falta previa de Raúl, que no quería pero al caerse tocó al portero dentro del área chica, donde es intocable. Al borde de la conclusión, el argentino dictó sentencia y desató la euforia visitante.
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