E MPEZAREMOS por aceptar que sobre gustos y colores se escribe y se ha escrito mucho. Está claro que lo bueno del buen gusto es que depende de quién lo vea, y que, como un cierto banco me recuerda en su publicidad cada vez que paso por un aeropuerto, lo que una gente interpreta de una manera, otra gente lo interpreta de otra. En fin, un mundo de verdades relativas.
Ahora bien, si nos centramos en nuestro tema semanal, el vestuario, lo cierto es que lo que uno ve en Berlín es desde luego muy diferente a la típica ciudad española. El berlinés es muy practico y sencillo cuando llega a la hora de vestir, quizás rozando el límite que algunos llamarían "cutre". Pero no vamos a entrar en juegos de palabras ni de vestuarios. En una ciudad de estaciones muy marcadas, sobre todo la invernal, la ropa tiende a ser muy practica, muy adaptada a la estación. Desde luego que las grandes marcas internaciones tienen sus tiendas en la famosa calle del compras del Ku"damm, pero eso no es representativo.
¿Qué fue de los últimos gritos de la moda, los materiales selectos provenientes de aquí y de allá, la moda como forma de expresión? Como nos decían hace poco unos vecinos italianos, no es que aquí no haya productos comparables con los que uno compra en Italia, pero cuando uno se sale del "día a día", la variedad en Berlín se reduce de manera drástica.
A mí, la verdad este estilo relajado me gusta, sobre todo porque el fin de semana uno quiere disfrutar y se pone su ropa mas cómoda. Eso sí, recuerdo el choque que me supuso la vuelta de unos días de trabajo en nuestra oficina de Milán. Era una bonita semana primaveral, donde los milaneses en su céntrica Piazza del Duomo lucían la alegría en el vestir, con gran variedad de formas, estilos, colores, diseños.... ¿Y qué vestían mientras tanto los berlineses?.. ¡Ay de los pobres berlineses!
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