Déjate sorprender

A UNQUE a primera vista suena a slogan de campaña publicitaria de alguna provincia española, la verdad es que en India uno no deja de sorprenderse. El concepto de estética es completamente diferente al que tenemos en Europa. Es una de las cosas que más me cuesta asimilar. Pero que a su vez ocasiona más de una carcajada y sonrisa inesperada que anima mis días nublados. Así que cuando tengo un día un poco del revés, me escapo a Pondicherry.

Me encanta deambular por el paseo marítimo, donde recientemente han colocado unas fuentes de tamaño desproporcionado y formas que deleitarían a Dalí. Delfines saltarines y ostras marinas abiertas, donde el caño del agua es minúsculo y da miedo introducir la cabeza dentro de ellos para beber. (Son los primos mayores de los leones de Correos del Paseo de Valencia). Y para más deleite, pingüinos y conejos se emplean como papeleras. En estos casos, es mejor la duda, puesresulta más poética que darse cuenta de lo que realmente ves.Los edificios, en construcción perpetua, con andamios de madera que parece que se van a caer, están camuflados por la colada de los vecinos y revestidos por millones de cables eléctricos Nuevos hoteles de poco presupuesto que lo esconden bajo colores chillones y disonantes con el resto. Donde de por sí, el resto ya es caótico y sucio.

En los restaurantes, las mesas están adornadas con flores de plástico y las paredes, entre manchas, gueckos y pósteres diversos, con esas pequeñas bombillitas de colores que usamos en los belenes por Navidad.Los taxis, mantienen sus plásticos protectores de los asientos hasta que se rompen por el uso, con figuritas de diversos dioses en la guantera iluminados o adornados con flores (éstas, reales y bien olorosas).

¿Dónde se habrá quedado todo ese gusto, delicadeza, exquisitez y refinamiento que se respira en los palacios y las antiguas casas? Únicamente en alguna zona de Bombay y Bangalore, he llegado a pensar que de nuevo estaba en Europa.