El organismo muestra su preocupación porque los salarios se vinculen cada vez más con la evolución de los precios
Los elevados precios del petróleo y de los alimentos básicos dejan poco margen a la esperanza. Las presiones inflacionistas van a seguir a corto plazo, aseguró ayer el Banco Central Europeo (BCE), y los analistas interpretan que su análisis no admite concesiones. La rebaja de tipos en la zona euro -donde el precio del dinero se mantiene en el 4% y las tensiones del interbancario no ceden- queda para más adelante.
"Existe el riesgo de que el proceso de fijación de precios y salarios pueda intensificar las presiones inflacionistas" y, en estas circunstancias, "resulta crucial que todas las partes asuman sus responsabilidades", observó la autoridad monetaria, que insistió en que, a cualquier coste, "deben evitarse efectos de segunda vuelta derivados del aumento del precio de la energía y de los alimentos sobre el proceso de fijación de precios y salarios".
El consejo de gobierno de la entidad consideró este comportamiento "fundamental" para mantener la estabilidad de los precios a medio plazo y, lo que entiende más importante, el poder adquisitivo de los ciudadanos de la zona euro. A la autoridad monetaria, que realiza un seguimiento continuo y atento de las negociaciones salariales en los países de la moneda única, le preocupa que, cada vez más, las retribuciones se vinculen a la evolución de los precios.
Pero la baza principal del BCE es la detección de riesgos al alza para la estabilidad de los precios a medio y largo plazo. En febrero, las magnitudes monetarias crecieron un 11,3% -muy por encima de los objetivos marcados por la autoridad-, porque, pese a las restricciones del mercado, prosigue el dinamismo en el crecimiento de los préstamos que las instituciones financieras conceden al sector privado.
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