El diseñador Adolfo Domínguez ha visitado Pamplona muchas veces, pero esta vez lo ha hecho "con más ganas". Vino para inaugurar una de sus últimas tiendas, la más completa, y tuvo tiempo hasta para echar de menos su campo.
Adolfo Domínguez sigue viviendo en Orense, la misma provincia gallega en la que nació hace 57 años, pero no vive en la ciudad sino en el campo "en medio de ningún lado, en pleno monte", como él mismo dice. Uno de los diseñadores españoles más internacionales de todos los tiempos no podría vivir nunca en una ciudad, no soporta estar lejos de la naturaleza. "Si tuviera que vivir en Madrid viviría en el Retiro, en una tienda de campaña", asegura entre risas.
¿El hecho de vivir en plena naturaleza es lo que ha marcado su gran conciencia ecológica?
Sí, sin duda. Yo nací en el campo y desde siempre soy muy sensible a la naturaleza, lo que pasa es que ahora felizmente se está poniendo de moda todo eso del cambio climático y ¡me encanta! porque pensé que no lo vería. En los últimos tiempos tengo un compromiso con Al Gore, siento que tengo la obligación como personaje conocido que soy.
¿La solución empieza en cada uno de nosotros?
La decisión individual es importante, no malgastar agua, no despilfarrar bolsas de plástico, pero que no me digan que esa es la solución porque me estropeo de risa. Los gobernantes son realmente quienes pueden cambiar esto. España hace diez años no tenía ni molinos eólicos ni placas solares, ahora es el primero o el segundo del mundo ¿por qué? por que se han subvencionado. Si el Gobierno diera subvenciones para plantar árboles dentro de veinte años la Península Ibérica sería de nuevo un bosque.
Y no echaría tanto de menos su campo estando fuera de casa...
(Risas) Sin duda, yo añoro mucho las ciudades más sostenibles. Una ciudad sin parques me parece insoportable. Es que hay gente tan urbana que se da cuenta de que ha llegado la primavera porque cambian los escaparates.
Esa naturaleza de la que tanto habla ¿le inspira de algún modo?
Yo creo que sí. Mis diseños tienen un punto de esencialidad y de menos frivolidad que me viene de los campos. Me tomo la vida con la calma del campo, sin esas prisas de la ciudades. Una sobriedad que también caracteriza a mis clientes. Por eso en Pamplona siempre hemos vendido muy bien, porque es una ciudad muy culta y refinada en ese sentido.
¿El mundo de la moda peca de frivolidad?
Sí, es frívolo... ¡felizmente! porque la vida tan tensa colapsa. Detrás de la frivolidad hay muchísima más inteligencia de la que parece.
© DIARIO DE NAVARRA. Queda prohibida toda reproducción sin permiso escrito de la empresa a los efectos del artículo 32.1, párrafo segundo, de la Ley de Propiedad Intelectual