El Pontífice dedicó su primer discurso a hablar sobre la libertad y la responsabilidad personal que trae consigo
El Papa Benedicto XVI hizo ayer ante Bush un llamamiento a la "paciente diplomacia" ante los conflictos durante los actos en los que fue recibido ayer con todos los honores en la Casa Blanca.
Los jardines de la residencia del presidente de Estados Unidos adornados como para las grandes ocasiones acogieron a 12.000 invitados que ovacionaron al Papa y al presidente George W. Bush antes de que los dos se retiraran al interior del edificio para mantener una entrevista privada en el despacho oval de 45 minutos de duración.
Al término de su reunión privada, el Papa y el presidente Bush hicieron público un comunicado conjunto en el que revelaron que dedicaron gran parte del tiempo lo dedicaron a hablar sobre Oriente Próximo.
Discutieron, en gran medida, sobre la situación del conflicto palestino-israelí, su apoyo a la soberanía e independencia de Líbano, la situación de Irak y, en particular, sobre la precariedad de las comunidades cristianas en la región. Ambos mostraron "su esperanza en el fin de la violencia y en una pronta solución a las crisis que afectan a la región". También consideraron la situación en América Latina, con especial atención a los inmigrantes y a la necesidad de "políticas conjuntas" que se preocupen por la inmigración, especialmente, en el trato humano y a sus familias.
Además de sobre estos temas, Benedicto XVI y George Bush discutieron sobre muchos otros de común interés, incluidas las consideraciones morales y religiosas en las que ambas partes están comprometidas: el respeto por la dignidad de la persona; la defensa y promoción de la vida, el matrimonio y la familia; la educación; los Derechos Humanos y la libertad religiosa y el desarrollo contra la pobreza y las enfermedades, en especial, en África.
Terrorismo y religión
También mostraron su total rechazo al terrorismo como "la manipulación de la religión para justificar actos violentos e inmorales contra inocentes". Así, vieron "la necesidad" de enfrentarse al terrorismo con "los medios apropiados que respeten a la persona humana y sus derechos".
Antes de este encuentro cara a cara, el Papa Benedicto XVI pronunció su primer discurso en Estados Unidos y lo dedicó a la libertad de la que dijo que no es solo un don, sino que apela a la responsabilidad personal. El Pontífice elogió a Estados Unidos por haber sabido crear un Estado con una fuerte presencia de los valores religiosos, y donde además se defiende la libertad de expresar cada uno su fe. Un concepto que expresó también Bush cuando dijo: "En nuestra nación coexiste la fe y la razón", continuó Bush, al destacar los esfuerzos de su país por erradicar las enfermedades, aliviar la pobreza y promover la paz en "sitios sumidos en la oscuridad de la tiranía y la desesperanza". Benedicto XVI también alabó la "generosidad" siempre manifestada por Estados Unidos para ayudar a la "familia humana".
Generosidad y diplomacia
Estados Unidos, afirmó, se ha mostrado "siempre generoso en salir al encuentro de las necesidades humanas inmediatas, promoviendo el desarrollo y ofreciendo alivio a las víctimas de las catástrofes naturales".
En este sentido, comunicó su "esperanza de que esta preocupación por la gran familia humana seguirá manifestándose con el apoyo paciente de la diplomacia internacional orientada a solucionar conflictos y a promover el progreso.
"Así las generaciones futuras podrán vivir en un mundo en el que florezca la verdad, la libertad, la justicia. Un mundo donde la dignidad y los derechos dados por Dios a cada hombre, mujer y niño, sean tenidos en consideración protegidos y promovidos eficazmente", añadió. La guerra en Irak fue otro de los argumentos que Benedicto XVI y Bush trataron en privado, y expresaron su "común preocupación" por la situación del país árabe y, en particular, "por la precariedad en la que viven los cristianos" El Vaticano se opuso a la invasión de Irak en 2003, pero ahora su posición está orientada a la necesidad de una presencia militar para dar estabilidad y proteger a las minorías cristianas en ese país.
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