El nuevo responsable de la pinacoteca de Estella tomó ayer posesión de su cargo, que le ha permitido regresar a la tierra natal dejada atrás en su juventud atraído por la bohemia del sur
"Es un reto que me estimula. Así soy yo, de plantearme nuevas cosas cuando muchos, a mi edad, ya piensan en la jubilación". Esta frase del nuevo director del Museo Gustavo de Maeztu de Estella no es pura retórica, sino toda una declaración de principios que se refleja en la biografía de Francisco Javier Bartos Jaurrieta (Zaragoza, 1949).
Su ideal de vida fruto de una generación "anticultura" -como a él le gusta definir el final de la década de los sesenta- no se ha quedado en una aspiración. "He intentado vivir con libertad y siguiendo mis sueños. Por eso me fui con mi mujer al sur, atraído por su bohemia". Era una apuesta arriesgada. Aunque ya en la capital maña dio el primer salto mortal cuando abandonó un trabajo seguro por la incertidumbre de ser pintor a jornada completa.
Una vez instalados en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), la pareja aprobó las oposiciones a funcionario. Él en la fundación municipal de Cultura, donde ejercía de programador cultural y director en funciones. Pero ese espíritu de rebeldía no le dejó apoltronarse en su puesto. Decidió estudiar Bellas Artes en Sevilla.
Y ahora regresa otra vez al norte, a la tierra natal de sus padres y de la familia de su mujer
Era una necesidad casi biológica el volver. Cuando me presenté al puesto que dejó Camino Paredes en el museo en el 2002 lo hice con esa idea, la de encontrar un trabajo y regresar porque ya no estoy en edad de venirme sin nada. Pero como no salió me olvidé.
¿Aceptó inmediatamente?
Ni lo dudé cuando me dijeron que era para un año porque, tras dejarlo el director, la titular había pedido una excedencia de un año. Si hubiera sido para un par de meses lo hubiera pensado más.
Y tras dar el sí, ¿cómo se siente?
Con un poco de temor de no estar a la altura. Voy a ocupar un puesto en el que mis antecesores han realizado un gran trabajo. Ahora intento hacerme con la situación, recoger el legado de los anteriores directores y reconducirlo por un buen camino para dejarlo en las mejores condiciones cuando se termine mi interinidad.
En ese recorrido, ¿ podrá dejar su huella?
Lo intentaré. Por un lado, en cuanto a la sede, me gustaría solucionar en parte el problema de las barreras arquitectónicas tan importantes del museo. Aunque entiendo que es un edificio histórico, por lo que será difícil dar con la mejor solución. Y en un plano artístico, quisiera incidir en la estancia de Gustavo de Maeztu en Sevilla. Él mismo dijo que fueron unos de sus mejores años y yo, gracias a mi experiencia y contactos con artistas del sur, puedo atraer hasta el museo ese trabajo andaluz para que se entienda mejor qué le impulsó a viajar al sur.
Quizá fue la tan elogiada luz andaluza, ¿la va echar de menos?
Sí, es proverbial la luz del sur y a mí, como pintor, me encanta la que se refleja en las marismas. Pero cuando viajas de Estella a Pamplona está ese sol que asoma entre la sierra, que es espectacular. Y también me gustan los verdes matizados por la niebla o la lluvia de esta tierra.
Hoy (ayer para el lector) ha tomado posesión en la comisión municipal de Cultura. ¿Le han dado algún consejo?
No, se trataba más de un recibimiento que, por cierto, ha sido maravilloso tanto por parte de los políticos como de los funcionarios. Me he encontrado gente con muchas ganas de ayudarme.
¿Tampoco Gregorio Díaz Ereño le dio alguna pauta?
(Sonrisa). Pues tampoco, en mi entrevista con él hablamos más de cosas generales, sobre el funcionamiento del museo, la relación que tiene con el Ayuntamiento y la programación de este próximo año.
Por cierto, ¿nos han mentido a los estelleses cuando nos hablan del prestigio nacional del museo?
(Risas). Las estadísticas de visitas son apabullantes. Pero también destacan sus actividades y conferencias de un gran nivel. No les han mentido. El museo tiene una justa bien merecida fama.
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