Un error de Kameni que aprovechó Astudillo premió un nuevo capítulo de solidez defensivalejos de Pamplona
La Liga es una balanza. En un lado, pones tus fallos, paradas del portero contrario, errores arbitrales y mala fortuna. Y en otro, tus méritos, pifias del meta rival, beneficios del hombre del silbato y buena suerte. ¿Qué ocurre? Equidad. En un campeonato de 38 jornadas, la justicia siempre pone a cada uno en su sitio.
Osasuna ha recibido demasiado castigo en sus últimas apariciones en Pamplona, pero a cambio el viento ha dado un giro lejos del Reyno para navegar a todo trapo por la permanencia. Si en Getafe era una expulsión y un penalti, el duelo de ayer en Montjuïc se decidió por un error de Kameni a la media hora. El premio equilibra una balanza que peligrosamente se había asomado al descenso. Ahora, la distancia ya es de seis puntos, todo un alivio cuando restan otros tantos encuentros.
Osasuna le ha cogido gusto a terminar los partidos como visitante imbatido. Ziganda no se cansa de repetirlo: orden y orden. Primero, los cimientos. Y ayer, como en Villarreal, Valladolid y Getafe, sus hombres aplicaron la premisa a rajatabla frente a un Espanyol moribundo y desangelado que por cuarto encuentro consecutivo se fue a la ducha sin marcar. Debe ser catastrófico que le suceda esto cuando en sus filas cuenta con Luis García y Tamudo, y acaba el partido abroncado entre pañuelos. En un pasillo oscuro del Olímpico Lluis Companys, Valverde y Ziganda intercambiaban felicitaciones y consuelos después de un duelo que simplemente se llevó quien más alma y cabeza le puso. Eso, a día de hoy, es sinónimo de puntos pese a que no sepas sentenciar y caigas abocado al eterno sufrimiento de los últimos minutos.
Plasil, omnipresente
Osasuna se adueñó de la pelota en la primera parte de la mano de un Jaroslav Plasil estelar en la media punta. Saltó con los centrales, cayó a la banda, se desmarcó continuamente y dio el oxígeno ofensivo necesario. El checo se armó de moral cuando su saque de falta a pierna cambiada en el primer minuto pegaba en el larguero después de que Kameni midiera mal su salida. No fue más que el reflejo de la ambición de unos y la fragilidad de otros como así sucedería. Tras otras apariciones peligrosas suyas en combinación con Sola, Osasuna se encontraría con la fortuna del inesperado regalo. Kameni dejó en bandeja el gol para los tentáculos del Pulpo al no atrapar un saque de falta de Puñal. Para Astudillo, era el botín a un esfuerzo en la contención que fue in crescendo. Del Espanyol, las únicas noticias que llegaron fueron dos cabezazos de Valdo, uno que murió en manos de Ricardo y otro, en mejor disposición, que mandó alto. Antes de que la grada perica despidiera a sus jugadores con pitos, Osasuna se gustaría con una jugada que terminó con un nuevo disparo de Plasil.
El duelo pintaba bien, especialmente cuando los rojillos comenzaron a sorprender al Espanyol en la segunda mitad al contragolpe. Nada más comenzar, avisaron Juanfran y Vela con sendos disparos rasos a cada palo de Kameni, y en la mejor combinación colectiva rojilla, nuevamente el alicantino rozaba el 0-2. La jugada fue de libro. Osasuna había sopesado la opción de contragolpear por la banda izquierda y el balón se retrasó a la defensa en una excelente estrategia para coger adelantada a la zaga del Espanyol. Miguel Flaño vio el desmarque de Juanfran, que pinchó la pelota para sortear a Kameni. Con todo a placer envió el cuero al travesaño.
Los rojillos sentenciaron su suerte a sufrir en los últimos 20 minutos. Nunca dio la sensación de que el Espanyol hiciera merecimientos para empatar, pero en cualquier jugada pudo enredarse el partido. Ricardo dudó en alguna salida y Tamudo apareció para imponer su calidad, desbaratada bajo palos por un Monreal que terminó apoderándose de todo el carril zurdo. El objetivo está muy cerca.
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