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LA CONTRACRÓNICA | TOÑO SANZ

Antes de saquear, tomar la ciudad

Montado en su cabalo, el sultán Mehmet insultaba y amenazaba a sus almirantes sacudiendo la cimitarra: "Si no vences, no vuelvas vivo".

Actualizada Lunes, 14 de abril de 2008 - 04:00 h.
  • DEPORTES@DIARIODENAVARRA.ES

N O será el gol de la jornada, pero, para Osasuna, puede ser el gol del campeonato. El regalo de Kameni a Astudillo le tendría que reportar al meta camerunés, cuando menos, una invitación para hacer de Baltasar en la cabalgata de Reyes del año próximo.

El partido no fue para tirar cohetes -más bien invitaba a tirarse al suelo: una falta cada dos minutos, segundo arriba, segundo abajo-, pero tanto Juanfran como Tamudo estuvieron a punto de marcar el gol de la jornada. Al rojillo se lo impidieron, fifty-fifty, la mala puntería y el larguero. Al blanquiazul, su exceso de puntería para encontrar la cabeza más despierta que había debajo del larguero: la de Monreal, que enmendó el temblor de manos de Ricardo. En descargo del meta, habrá que decir que no es de extrañar que extrañe el juego con las manos: desde hace la intemerata, la jugada que más repite Osasuna es la de retrasar el balón hasta las botas del guardameta, para que éste dé muestras sobradas de su toque potente y certero; hipertrofiando, de paso, la costumbre, obligada en un cancerbero, de hacer uso de los guantes.

En 1453, cuando Mehmet puso cerco a Bizancio, tres naves genovesas lograron llegar hasta el puerto sitiado, no sin antes zafarse, gracias al viento, de la nutrida flota turca. El sultán dirigía la batalla naval desde la orilla, montado a caballo y a voz en grito. Según cuentan los contadores de cuentos históricos, cada vez que uno de sus barcos era rechazado, insultaba y amenazaba a su almirante sacudiendo la cimitarra: "Si no vences, no vuelvas con vida". Algo así tendría que ensayar Valverde con su pupilos. Eso o contratar a un cañonero como dios manda, algo parecido a Urbas, el húngaro, que le fabricó a Mehmet los cañones de bronce más grandes y potentes que el mundo hubiera visto, los que iban a agujerear la muralla de Teodosio, la que en su época representó el símbolo perfecto de lo inexpugnable. Cierto que para agujerear porterías en la presunta Liga de las presuntas Estrellas no hace falta ni tanto así de artillería, lo cual que, a lo mejor, habría que pensar en la solución definitiva de Mehmet, que juró en el nombre de Alá, de Mahoma, de los cuatro mil profetas, por el alma de su padre, por la vida de sus hijos y por su cimitarra que, tras la toma de la ciudad, concedería a sus tropas derecho ilimitado a tres días de saqueo.

Me dicen, me comentan, que las tropas enroladas en la presunta Liga de las presuntas Estrellas ya gozan de derecho ilimitado de saqueo de las arcas de los clubes y no durante tres días, precisamente, sino durante temporadas. Me dicen, me comentan, que donde habría que hacer hincapié es en la cláusula "tras la toma de la ciudad". O sea, que previamente a hincar la mano en el cofre del tesoro, habría que hincar los pies sobre el césped e hincar unos cuantos goles en el portal contrario: al menos, uno más que aquél. Y, por si las moscas, seguir sacudiendo la cimitarra desde la banda.


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