El gestor del zoo ha propuesto al consistorio crear una zona de manejo para tratar a los ciervos con más seguridad
La operación se retrasará probablemente hasta el mes de agosto, porque en estos momentos hay al menos siete hembras preñadas a punto de parir. Será entonces, al final del verano, cuando el Ayuntamiento de Pamplona vuelva a realizar una selección y saque de los fosos de la Taconera alrededor de una docena de ciervos.
En estos momentos son 17 los ejemplares que conviven con cabras enanas, gallinas y pavos. Un total de 9 son hembras adultas, entre ellas Zuriñe, la cierva finlandesa albina que se integró en la manada hace ahora dos años. Hay además cinco crías nacidas el año pasado, dos machos de dos años (Branko, hijo de Zuriñe, y Argi) y un macho dominante de nombre Paquito.
"Lo mejor habría sido sacar a los ciervos sobrantes antes de abril porque ahora las hembras están a punto de parir y hasta el final de la lactación, en agosto, no se les puede dejar solas", explica Juan Zandio Echaide, encargado de mantener la manada de ciervos de la Taconera desde 2005. Será en ese momento cuando se decida dejar únicamente un macho adulto, probablemente Paquito, y entre siete y diez hembras.
Seguramente que para esa fecha el Ayuntamiento tendrá habilitada ya la zona de manejo que Zandio le ha solicitado para poder tratar con mayor comodidad y seguridad a la población de ciervos de la Taconera.
"Es una instalación bastante sencilla. Se trata de módulos de madera o de chapa que se acoplan unos a otros. Con ellos podríamos cerrar una de las zonas de los fosos y crear también un pasillo. De esta forma, podríamos conducir a los ciervos hasta allí, aislarlos en el pasillo y hacerlos pasar, de uno en uno, hasta un espacio cubierto. Esto nos permitiría hacer de una forma más cómoda los análisis anuales de brucelosis y tuberculosis. También nos ayudaría a evitar tener que anestesiar a los ciervos para hacerles algún tipo de tratamiento", comenta Juan Zandio.
Paquito empujó a Branko
La zona de manejo habría permitido, por ejemplo, realizar con mayor comodidad la atención que necesitó Branko, un ciervo de dos años, el pasado mes de febrero. Aunque nadie fue testigo de lo ocurrido, todo el personal que trabaja en la Taconera está seguro de que Branko fue objeto de la envidia del jefe de la manada, Paquito, que lo empujó baluarte abajo.
"Los cuidadores se encontraron que el ciervo tenía la pata rota, colgando, y nos avisaron. Trajimos una UVI que usamos con los animales, lo anestesiamos y le hicimos una placa", recuerda Juan Zandio. El pronóstico se confirmó. Branko sufría una fractura proximal (cerca del cuerpo) conminuta (el hueso roto en fragmentos) de cúbito y radio. Se le colocó un vendaje con férula de fibra de vidrio y se le tuvo apartado del resto de la manada durante unos 15 días. La férula se le cayó el pasado jueves y todavía cojea
"La fractura era bastante importante y hubo un momento que hasta se planteó la posibilidad de sacrificar el ciervo, pero se valoró, principalmente porque es hijo de la cierva blanca", dice Zandio.
Esta no es la primera vez que Paquito, el jefe de la manada, protagoniza un hecho similar. A los pocos meses de su llegada a la Taconera, en febrero del año 2006, también empujó a un ciervo joven llamado Joaquín desde lo alto de uno de los baluartes. En aquella ocasión la caída provocó la muerte de Joaquín.
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