Los terroristas colocaron los explosivos en un repetidor con cuatro antenas que no sufrió daños tras la explosión
Podría haber sido una tragedia, pero el fallo del dispositivo de uno de los dos artefactos colocados ayer por ETA en un repetidor de Lapoblación -municipio de Tierra Estella ubicado a 90 kilómetros de Pamplona - redujo el atentado a escasos daños materiales. Según Colpisa, citando fuentes de la lucha antiterrorista, había un artefacto-cebo que debía haber estallado en primer lugar y un segundo, con metralla, destinado a los artificieros de la Guardia Civil. Por fortuna, el orden se invirtió.
Esta hipótesis también fue confirmada por el portavoz del Gobierno foral, Alberto Catalán, que se desplazó al lugar de los hechos.
La voz de alarma la daba sobre las 11 horas un montañero que transitaba por esta zona escarpada de la comarca estellesa, en la muga con Álava. El hombre escuchó una detonación y al ver que había una nube de humo y polvo en las instalaciones avisó a la Guardia Civil. A las 10.30, desde su casa de Lapoblación, ubicada a medio kilómetro de la estación, Felipe Ocáriz Sotodosos también escuchó la explosión. "Pero pensé que se trataba de un tiro de escopeta y no le di importancia".
Los grupos de desactivación de la Guardia Civil acudieron al recinto. Los terroristas habían forzado el vallado que rodea las casetas y las cuatro antenas de comunicaciones que dan servicio, entre otras empresas, a ETB2, RNE, bomberos, Autopista Vascoaragonesa o radioaficionados de Logroño. El artefacto -de unos seis kilos de material- apenas causó daños, dado que también falló en su deflagración. Tan sólo dañaron una de las puertas y ennegrecieron la fachada de una de las casetas.
Dos pancartas
Los Gedex (grupos especiales de desactivación de explosivos de Guardia Civil) neutralizaron el resto del artefacto que contenía metralla, material propio de las bombas trampa. Los cabos se ataron cuando, como indica Colpisa, se halló la segunda bomba, con menos cantidad de explosivo y sin metralla. Todo indica que se trataba de un señuelo para atraer a los agentes, que no llegó a estallar.
Aunque no se recibió ninguna llamada de aviso de la colocación de las bombas, ni después para reivindicar la autoría, dos carteles colocados junto a los artefactos señalan con el dedo a la banda terrorista. En uno de ellos, aparecía en castellano: "Peligro, bomba, ETA". El segundo, íntegramente en euskera, decía: "Ez ikutu (no tocar)".
Guardia Civil no levantó el dispositivo de seguridad en la zona hasta las 16.15 horas. Cinco minutos después llegaba al lugar de los hechos Alberto Catalán, que tras inspeccionar el repetidor junto a un agente y conversar con el alcalde de Lapoblación, Javier Martínez Fernández de Las Heras (independiente), se dirigía a los medios de comunicación para condenar el atentado. "Caerán", prometió,
A su vez, el alcalde de Lapoblación, que suma el concejo de Meano con un total de 170 habitantes, decía que los vecinos estaban tranquilos. "Lógicamente, es el tema de conversación de la calle, pero no hay miedo porque no ha pasado nada grave aunque quizá alguno esté un poco asustado", indicó Javier Fernández. El primer edil reseñó que no se trataba del primer ataque contra la estación. "Hace tres o cuatro años hubo un incidente similar aunque no tuvo tanta transcendencia porque fue por la noche. Y a veces, aparecían pintadas. Últimamente, parecía la cosa más tranquila".
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