Olaizola evidencia la crisis de Xala

Xala, estático, mira como Asier Olaizola golpea una pelota durante el partido de ayer en el Labrit. JORGE NAGORE

Si el respetable terminó encantado con el primer partido en el Labrit, no sucedió lo mismo con el segundo. Más bien al contrario. Un choque a priori de mayor tronío como es un Olaizola I-Xala dejó más indiferencia que otra cosa. El goizuetarra firmó un partido correcto en el que dejó en evidencia la crisis deportiva por la que atraviesa Yves Salaberry.

Que nadie pierda de vista un dato, desde el 23 de mayo de 2004 cuando sacó el billete para la final de aquel Manomanista (la perdió contra Irujo) el de Lekuine no ha ganado un solo partido mano a mano. Y peor que eso es su sensación de frialdad. Xala no transmite nada.

Asier Olaizola se encontró con muchas menos dificultades de las esperadas para deshacerse de Xala en el Labrit. Le bastó con hacer un buen comienzo, romper con el saque, jugar con criterio, alejar del frontis al francés y complicarse la vida lo justo.

El 8-0 de partida fue un colchón que el de Goizueta supo administrar sin grandes apuros. Xala jamás dio la sensación de ser una amenaza en el Labrit. Se le vio sin chispa, sin alegría alguna en su peloteo, ni en su zurda, tampoco en defensa. Y cuando tuvo la oportunidad de rematar al navarro, cometió errores inexplicables. Xala, sus asesores, su empresa deben examinar qué sucede para que un pelotari de esta calidad haya entrado en una dinámica de resultados y juego tan pobre.

Xala sólo pudo maquillar un resultado que iba para paliza en un chispazo de juego, cuando obligó a Asier en el saque y le remató con el remate y un par de voleas. Poco más, el resto fue un espejismo de sí mismo.