La máxima de Ékolo es tratar la fruta con mimo para conseguir zumos y aceite de calidad sobresaliente sin importar el precio. "Nos lo echan un poco en cara", admitió Baquedano. La fábrica recibe la fruta y oliva ecológicas en el piso superior y cada una entra en un circuito diferente. La fruta pasa a un volteador en agua donde se limpia y tras una selección manual entra en un molino que la lleva a prensa especial autolimpiable de la que se extrae el zumo, que se pasteuriza de inmediato. En la misma entrada, la uva sigue un camino diferente para llegar a una despalilladora que la limpia y una prensa neumática similar a la de las bodegas donde se extrae el jugo de la uva, que también se pasteuriza después. La oliva también tiene su canal independiente. Desde una tolva de recepción pasa a una lavadora que le quita las ramas y tierra para pasar a otra tolva de regulación que controla su entrada en la prensa y batidora. Después se decanta el aceite resultante, porque a diferencia de las almazaras convencionales en Ékolo no se realiza filtrado del aceite. La empresa ha incorporado maquinaria específica y en algunos casos difícil de encontrar para abordar la variedad de características de la materia prima. De hecho, en estos meses tendrá que resolver el zumo de frutas con hueso.
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