La ministra de Administraciones Públicas continúa al frente de la cartera
Tras los rumores que apuntaban a que Elena Salgado sería la nueva ministra de Defensa, finalmente, la ex ministra de Sanidad y titular en funciones de la cartera de Administraciones Públicas, repetirá al frente de ésta última. Salgado asumirá como retos principales la implantación total de la Administración eléctronica y el desarrollo del Plan Concilia, iniciado por su antecesor Jordi Sevilla.
Nacida en Orense hace 58 años, en la pasada legislatura Salgado lideró dos carteras, de marzo de 2004 a julio de 2007 fue ministra de Sanidad (la quinta mujer en la historia de España que ocupó ese cargo) y a partir de esa fecha estuvo al frente del Ministerio de Administraciones Públicas, donde repite en esta legislatura.
Al contrario que surante su etapa en Sanidad, su labor al frente del Ministerio de Administraciones Públicas, donde llegó hace poco más de un año, fue menos prolífera. No obstante, tuvo tiempo de terminar de cumplir los requisitos para implantar el nuevo documento de identidad electrónico y ha gestionado los acuerdos para incorporar a diferentes comunidades dentro de la Red 060, un nuevo modelo de servicio público que permitirá a los ciudadanos realizar sus gestiones administrativas de forma electrónica.
El paso de Elena Salgado por el Ministerio de Sanidad dejó varias de las iniciativas y leyes de efecto más mediático en el Gobierno de Zapatero. La principal, sin duda, la Ley de Prevención del Tabaquismo, que sacó los humos de las empresas y de algunos bares y, pese a ganarse la enemistad de muchos empresarios de la hostelería, logró que el consumo de tabaco se situara en 2006 en el nivel más bajo de los últimos veinte años. La norma la enfrentó de manera directa con algunas CCAA del PP, fundamentalmente con Madrid, que decidieron aprobar decretos que suavizaran las restricciones.
La investigación científica fue otro de sus objetivos. Reformó la Ley de Reproducción Humana Asistida Asistida que, por primera vez, regulaba el diagnóstico preimplantacional -el que se hace sobre el embrión antes de ser implantado- para curar a hermanos enfermos, lo que se bautizó como "bebés medicamento". La norma prohibió la práctica de madres de alquiler y dejó en manos de la mujer o la pareja el destino de los embriones sobrantes de procesos de fertilización. La Ley motivó el rechazo enérgico de la Conferencia Episcopal, que llegó a asegurar que la norma concedía al embrión humano "una tutela legal menor de la que se les otorga a los embriones de ciertas especies animales protegidas".
Salgado también sacó adelante la Ley de Investigación Biomédica, que autorizó por primera vez en España la clonación terapéutica y reguló los bancos de sangre de cordón umbilical. En este último punto se enfrentó de nuevo con la Comunidad de Madrid, que apoyaba la existencia de bancos privados, mientras que la norma estatal obliga al uso público del material almacenado, sea cual sea la titularidad del banco.
Más difícil lo tuvo con la Ley de Prevención del Alcohol por Menores, que el Gobierno decidió paralizar después de una auténtica guerra mediática en la que fue imposible conjugar los intereses económicos del sector y la protección de la salud, y que la oposición, fundamentalmente el PP, utilizó de acicate político.
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