Mañana se disputa la clásica prueba que discurre una parte por adoquines
El español Juan Antonio Flecha (Rabobank), tercero en la Vuelta a Flandes, tratará de buscar mañana el primer escalón del podio en la 106 edición de la París-Roubaix, prueba en la que ya ha sido segundo y tercero y que ofrecerá el espectáculo del legendario adoquinado a través de sus 260 kilómetros de recorrido.
Con previsión de lluvia, el llamado "infierno del norte" puede hacer honor a tal nombre, toda una leyenda centenaria simbolizada por el adoquín. Más de 52 kilómetros transcurrirán por antiguos caminos de carros, donde mantenerse sobre la bicicleta ya es todo un éxito. Una carrera que despierta enorme respeto y ofrece infinita gloria.
La presente edición se presenta abierta y con esperanzas para el ciclismo español, ya que su mejor clasicómano, Juan Antonio Flecha, se encuentra en un gran momento y su reciente podio en Flandes le sitúa entre los favoritos. Segundo el año pasado y tercero en 2005, el corredor del Rabobank desafiará al barro y al pavés entre los grandes.
Pero la lista de candidatos en amplia y de gran calidad. Muchos de ellos se han preparado especialmente para la París-Roubaix. Al frente de los favoritos, y por derecho propio, se encuentra el equipo danés del CSC, no en vano se apuntó las dos ediciones anteriores con el australiano Stuart O'Grady y el suizo Fabian Cancellara, ganador de la Milán San Remo. Ambos tomarán la salida en Compiegne junto al noruego Arvesen y el sueco Ljungqvist, también a tener en cuenta.
Otra potente escuadra es el Quick Step. Los belgas presentan a Stijn Devolder, el rey de Flandes, y también a Tom Boonen, ansioso por abrir la racha victoriosa en la presente temporada.
Una prueba donde se pone a prueba a corredores completos y resistente, adaptables al sufrimiento. Así, otros nombres que optarán al triunfo serán el estadounidense George Hincapie (High Road), el belga Leif Hoste (Silence) y el noruego Thor Hushovd (Credit Agricole).
La fiesta, o el calvario, comenzará en el km 98, con el primer tramo de adoquines de los 28 con los que cuenta la carrera hasta totalizar unos 52 kilómetros de pavés. Entre todos ellos destacan los famosos de Arenberg (km 162) y Arbre (242), aunque el más largo es el de Quievy (km 107), de 3.700 metros.
La carrera de los hombres de barro cerrará el ciclo del adoquinado y de las grandes clásicas de primavera. El ganador -no hay ningún español en el palmarés- pasará a la historia.
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