El Museo del Prado inaugura una gran exposición con cerca de doscientas obras que muestran la visión desencantada del pintor aragonés sobre la Guerra de la Independencia y sus consecuencias.
EL Museo del Prado se suma al aniversario de los 200 años de la Guerra de la Independencia con una muestra -cerca de doscientas obras- en las que se exhibe la cara más ácida, amarga y desencantada de Francisco de Goya y Lucientes (Fuendetodos, 1746-1828). "No es exactamente una crítica sino un espejo de la época", dijo Manuela Mena, una de las máximas expertas en la obra del pintor maño y comisaria de la exposición Goya en tiempos de guerra.
Noventa pinturas (de las que más de 65 pertenecen a coleccionistas privados o a instituciones ajenas del Prado), dibujos, aguafuertes y litografías forman el grueso de una muestra que se articula en torno a dos obras: El 2 de mayo de 1808 en Madrid: la lucha contra los mamelucos y El 3 mayo de 1808: los fusilamientos de la montaña del Príncipe Pío. Las dos obras han sido "modélicamente restauradas", aseguró el director adjunto de conservación e investigación del museo, Gabriele Finaldi. "Además de devolver a los óleos el lustre inicial hemos recuperado partes del lienzo de "los fusilamientos" que estaban dañados". En 1938, relató Finaldi, el camión que trasladaba estas pinturas a uno de los refugios republicanos chocó en la localidad castellonense de Benicarló. "Querían salvarlas y la fatalidad obró en su contra".
Los dos cuadros constituyen "la expresión más nítida del pensamiento crítico e independiente de Goya", según palabras de Manuela Mena. "Un hecho real se transforma, merced al genio del artista, en un símbolo inmortal, en una metáfora imperecedera".
Dividida en cuatro "escenas" o secciones, la muestra abarca los 25 últimos años de la vida del artista. La primera de las "escenas" comienza en 1794 -año en que Goya se queda sordo- y concluye en 1800. De esta etapa son los Caprichos y La familia de Carlos IV. "Alternaba los encargos oficiales con otras piezas en las que comienza a soltar la mano y a liberar sus demonios interiores".
La segunda "escena" comprende desde 1800 hasta 1808. La tercera se sumerge en los años de la guerra (1808-1814) , y la cuarta y última (1814-1819) plasma las consecuencias de la brutal contienda. "Entre 1794 y 1819 la vida y el arte de Goya evolucionaron desde una ambición cortesana, plenamente alcanzada con su nombramiento de primer pintor de cámara en octubre de 1799, hasta la libertad e independencia de sus años posteriores, interesado fundamentalmente en el estudio de la naturaleza humana y sus conflictos", precisó la comisaria.
Después de la Guerra de la Independencia, Goya se centró, sobre todo, en sus dibujos y en los aguafuertes, con series como los Desastres de la guerra, la Tauromaquia y los Disparates. La Inquisición, la represión, la mala educación, el engaño, la locura, la ignorancia, la brutalidad de las pasiones, quedaron reflejados en unas imágenes "de una fuerza sobrecogedora".
+ Goya en tiempos de guerra. Museo del Prado. Hasta el 13 del julio. Entrada en venta anticipada (902 107 077), 9?; en taquilla, 6?. http://www.museodelprado.es
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