"Es fundamental que el niño o la niña adoptados en otros países puedan desarrollar una identidad étnico-cultural saludable"
Sevillana de 52 años, Marga Muñiz Aguilar es soltera y madre adoptiva de dos niñas. Logopeda, orientadora, terapeuta y autora de "Cuando l@s niñ@s no vienen de París. Orientación y recursos para la postadopción" (Ediciones Noufront), hoy estará en Pamplona invitada por Afadena.
¿Qué es o debe ser la adopción?
Según la Convención de los Derechos del Niño, uno de los derechos básicos de todo niño es el de tener una familia. Cuando la familia biológica no puede darle los cuidados necesarios, puede ser dado en adopción para que se los dé una familia adoptiva. Es decir, es buscar una familia para un menor que carece de ella y no dar solución al deseo de los adultos de ser padres y madres, aunque ellos también se puedan beneficiar.
El niño de otro país suele venir con una "mochila": de su vida, familia y cultura de origen, del orfanato...
Estas "mochilas" suelen estar llenas de carencias, siendo las más importantes las afectivas y las madurativas. Muchas dependen del tiempo en que hayan estado institucionalizados, de si han tenido algún tipo de vinculación con su familia biológica, etc.
Se cree que todo esto se puede superar con afecto, alimentación atención médica, estimulación...
Todo eso es necesario, pero no siempre suficiente. Es más un tópico que una realidad. Por ejemplo, cuando una mujer alcohólica se queda embarazada, el feto sufre daños en el desarrollo de su sistema neurológico, lo que tendrá consecuencias. Lo mismo ocurre con la malnutrición en el embarazo y la falta de estimulación en los primeros 2-3 años de vida, que es la época fundamental para el desarrollo cerebral, ya que es cuando se forman las bases del pensamiento y del lenguaje, porque las llamadas "ventanas del aprendizaje" están en su momento óptimo. A partir de esa edad, no es que no se puedan adquirir esos conocimientos, pero sí serán más costosos de lograr.
¿Hemos idealizado la adopción, olvidando las "heridas" que puede traer el niño, nuestra capacidad real de afrontar todo ello...? ¿Ha habido cierta ingenuidad?
Efectivamente, muchas familias han llegado con bastante ingenuidad a la adopción, esperando que el amor y la buena alimentación fueran suficientes. Hoy día, diez años después de iniciarse el fenómeno de las adopciones internacionales, vemos que no basta con buena voluntad e idealismo. La parentalidad adoptiva es tan válida como la biológica, pero tiene unas particularidades propias para las que tenemos que estar preparados. Por ejemplo, en la familia adoptiva nos encontramos con una tríada formada por los menores, los padres biológicos y los padres adoptivos. Además, los niños pueden presentar características derivadas de ingesta de alcohol, depresión, ansiedad o malnutrición de la madre biológica o de la institucionalización. Por su parte, la familia adoptiva quizás tiene que elaborar sentimientos de rabia, impotencia, etc. por la renuncia al hijo biológico si llega a la adopción por problemas de infertilidad, tener expectativas realistas, etc.
Parece que existe un aumento de fracasos en las adopciones...
Una adopción puede fracasar por varios motivos, desde menores con antecedentes de enfermedad mental de la que no se informó, hasta motivación inadecuada o expectativas poco realistas en los adoptantes. La clave está en buscar una familia adecuada para un niño o niña y no al revés. Y que las ECAIs y la Administración ofrezcan información veraz sobre el menor, no minimizando la situación aduciendo que con tiempo y amor todo se solucionará.
¿Nos hemos preocupado poco en formarnos para la postadopción?
En España la adopción internacional es muy reciente y en un principio los esfuerzos se centraron en la pre-adopción. La realidad es que es fundamental potenciar también los servicios de postadopción porque las familias necesitan pautas, orientación y acompañamiento en la tarea de aprender a ser familia adoptiva.
Los padres dicen que a veces los propios niños no quieren saber nada de sus orígenes. Otros preguntan constantemente...
Es cierto que hay niños que muestran más interés que otros y eso hay que respetarlo. La tarea de la familia es la de acompañarles en ese camino y estar disponibles, no la de imponerles una cosa u otra. También hay épocas en que los niños se muestran más interesados por sus orígenes, por ejemplo en la adolescencia... Lo importante es que la familia haya creado un ambiente favorable en el que los hijos se sientan con libertad para hablar de ello cuando quieran o lo necesiten.
En su obra plantea la cuestión de la identidad étnico-cultural.
Los estudios sobre el desarrollo de la conciencia racial indican que los niños de dos años y medio ya son conscientes de las diferencias raciales y que el desarrollo de una identidad étnica positiva no se da de manera espontánea, hay que cultivarla. Una de las mayores dificultades es cuando la familia, en un afán por igualar a todos sus miembros, se muestra "ciega al color", no se nombran ni reconocen las diferencias étnicas. Y si se ignora la identidad racial, es difícil que se pueda desarrollar una autoimagen positiva, ya que así está incompleta.
¿Cómo construir lo que llama una "identidad étnica saludable"?
La identidad étnica es sólo una parte de la identidad global de una persona, a la que hay que añadir la física, sexual, política, etc. y tiene más peso en unas personas que en otras. Lo importante es que el niño adoptado pueda interactuar e incluso identificarse con personas del grupo étnico con el que comparte una cultura, aunque sus preferencias y afinidades sean distintas, más próximas a la cultura en la que se ha criado. Se trata de integrar como parte de sí mismos la dualidad origen-crianza. Para lograr una identidad étnica saludable hay estrategias, como incluir su cultura de origen en su educación, con aspectos culinarios, películas, libros, frecuentando ambientes culturales variados..., de manera que aprendan a valorar que las diferencias no implican inferioridad. Y por supuesto apoyando sus deseos de saber más de su familia biológica, ya que su vida no comenzó cuando nosotros entramos a formar parte de ella, sino nueve meses antes de nacer.
Creíamos que con la inmigración y el aumento de la adopción, el color o el origen no harían sentirse diferente. ¿Hay prejuicios arraigados?
Todos, seamos conscientes o no, estamos sometidos a un bombardeo continuo de estereotipos raciales y culturales. Es importante que hagamos un trabajo de reflexión interna sobre nuestros propios prejuicios, que se transmiten sutilmente, por ejemplo con el lenguaje ("trabaja como un negro"...).
¿Incluso antes de adoptar?
Indudablemente, es fundamental que se resuelvan antes. Por eso es muy importante la labor de los profesionales que imparten los cursos de formación y de los que valoran la idoneidad.
¿Qué persigue con su libro?
Ofrecer un espacio de reflexión a las familias -a las que se están planteando la adopción y a las que ya tienen hijos- y a los profesionales implicados. En la medida que unos y otros reflexionemos y nos formemos, estaremos en mejores condiciones de ofrecer a nuestros hijos los medios necesarios para que sean felices, hagan felices a los que les rodean y vivan vidas comprometidas con el mundo que les ha tocado vivir.
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