"Es importante exponer, porque todas las opiniones, desde la del crítico artístico hasta la de quien no sabe nada de arte son importantes"
La mala memoria es una de las causas a las que el pintor Juan Ruiz Sukilbide atribuye en parte su vocación pictórica. La pintura le permite retener y congelar imágenes para las que en la vida real utiliza la cámara de fotos.
En este álbum hipotético, Sukilbide ha ido reduciendo paulatinamente el tamaño de los lugares en los que ha vivido, desde su nacimiento y etapa de estudios en Pamplona hasta su primera juventud en Bilbao, con estancias en Londres hasta llegar a Estella. De ahí saltó a Dicastillo, donde llegó junto con su compañera, la también pintora y escultora Marijose Recalde, sin intención de instalarse para siempre. Pero de momento ya se han quedado 16 años.
¿Qué tiene este entorno para que le haya dedicado un tercio de su vida?
Seguramente es la luz, el silencio y las vistas de las que puedo disfrutar en la casa en que vivo y también trabajo porque aquí está mi estudio. También tengo muy buenas condiciones para trabajar, con mucho espacio. Esto es lo que te engancha y estas condiciones se traslucen en los cuadros. Estoy convencido de que el lugar en que vivo se trasluce en mi obra.
¿En qué puede apreciarse?
Yo siempre uso colores claros y limpios, además de formas simples que algo tienen que ver con la geometría del campo que se domina desde el estudio, aunque yo tenga un estilo totalmente abstracto. La forma que tiene la realidad a mi alrededor de alguna manera afecta a la distribución del espacio en los cuadros.
Si el entorno rural forma parte de su trabajo como pintor no querrá cambiarlo...
Estoy abierto a cualquier posibilidad. En principio me gustaba la idea de que llegar aquí fuese algo temporal porque la perspectiva de cambio es estimulante. Mantener una línea de trabajo regular es habitual entre los pintores, sobre todo porque te da cierta seguridad, pero muchas veces pienso que me gustaría poder hacer obras muy diferentes en cada obra. De hecho, ahora estoy tratando de investigar con el mundo del ordenador y la imagen digital, no para cambiar de técnica, sino para buscar algo de novedad.
Entonces está ahora más cerca de la urbe, aunque sea digital
No necesariamente, la gran ventaja de las tecnologías digitales es que se puede trabajar con ellas tanto en el campo como en la ciudad. Sin embargo, sí que me ronda la idea de hacer al menos una larga estancia en el extranjero. He sido un chico de ciudad y me sigue gustando.
¿Que es lo que le atrae de ella?
Muchas cosas, como lo distintas que son las calles, por ejemplo. Aquí en el pueblo, sales de casa y según donde vayas, parece que el camino te lleva. En una ciudad hay calles que se cruzan y se encuentran, de forma que si no tienes una ruta definida puedes tomar itinerarios muy distintos y en cualquier momento puede surgir la sorpresa. También tiene aspectos negativos. A veces cuando voy a Bilbao o San Sebastián me sobresalta tanto coche, tanto ruido, que me parece que está fuera de lugar.
Parece que de todas formas no vive recluido en el pueblo.
Como todo el mundo intento viajar y salir de vez en cuando, aunque sea a hacer turismo. También muchas veces aporta nuevas perspectivas al trabajo. Hace no mucho he estado en Senegal, en una aldea llamada Kafountine, muy lejos de los circuitos de viajes, que es verdaderamente otro mundo. También he pasado un mes en Lanzarote gracias a una invitación de un mecenas bilbaíno que es propietario allí de un complejo turístico. Creo que siempre que se pueda es bueno escaparse un poco.
Aún así, la mayor parte del tiempo la pasa en Dicastillo.
Sí, casi todo el tiempo además en casa. Como es al mismo tiempo lugar de residencia y de trabajo, paso muchas horas en ella. También tengo buenos amigos en el pueblo y otros de fuera a quienes suelo recibir en el estudio, donde se crea de verdad una atmósfera especial.
¿Y como se las arregla con las exposiciones y, en general, con la faceta de comercio del arte?
Aunque yo no conduzco, algo común en el mundo del arte, tenemos una furgoneta que utilizamos para las exposiciones y para llevar piezas a las galerías, así que no resulta complicado. También va a ser cada vez más importante la venta a través de Internet. Siempre he sido de exponer poco, aunque es muy importante para el artista porque significa mostrar tu trabajo a otros y todas las opiniones, desde la del crítico artístico hasta la de quien no sabe nada de arte son importantes porque desde su perspectiva pueden aportar algo a la obra. También me gusta dejar un libro de opiniones para el público en cada exposición.
Pero sin salir del estudio será difícil vender...
Por eso he compaginado mucho la pintura con las clases. En Dicastillo, junto con Marijose, he hecho bastantes talleres con niños. El año pasado iniciamos la experiencia de los talleres del palacio, en el Palacio de la Vega, cuya nueva edición ya estamos preparando. El hecho de que seamos dos artistas bajo un mismo techo también ayuda un poco.
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