El grupo político-religioso Bundu Dia Kongo aspira a restaurar el antiguo reino de Congo
Activistas y funcionarios de la República Democrática del Congo (RDC) han expresado su preocupación por los enfrentamientos registrados en el suroeste del país entre seguidores del Bundu Dia Kongo y la Policía, y que podrían servir de prolegómeno a una nueva ola de violencia confesional que se extendería por todo el país.
"Estamos preocupados porque la violencia parece empeorar y extenderse desde el este al oeste, una zona que hasta ahora había sido más o menos pacífica", explicó el miembro de la ONG de defensa de los Derechos Humanos La Voz de los Sin Voz, Dolly Ibefo.
El gobernador de la provincia de Bas-Congo, Simon Mbatshi Mbatsha, elevó a 24 la cifra de civiles muertos del pasado enfentamiento del 4 de marzo, la mayoría por los disparos registrados durante los enfrentamientos entre representantes del grupo político-religioso Bundu Dia Kongo --Reino de Congo-- y la Policía enviada desde Kinshasa.
El balance podría ser mayor si se tuvieran en cuenta las muertes ocurridas en algunas partes de la provincia, como Seke Mbanza y Luozi, una ciudad de 50.000 habitantes a unos 200 kilómetros al suroeste de Kinshasa. Se sospecha que otros tres miembros del culto, según gobernación, podrían haber sido linchados hasta la muerte por la población local tras ser acusados de mutilar a un policía.
"Estamos muy preocupados porque los enfrentamientos involucran a civiles indefensos contra un grupo armado, que resulta ser la Policía", lamentó Ibefo. "La violencia ha adquirido otra dimensión porque casi todos los muertos recibieron disparos, y porque sus hogares fueron arrasados por hombres que portaban armas de fuego", añadió antes de responsabilizar al Gobierno de "cultivar violencia que no existía antes en la región", según declaraciones recogidas por la agencia de información de Naciones Unidas, IRIN.
Reino histórico de Congo
El culto persigue un objetivo: la emancipación de la cultura tradicional congoleña y la restauración del antiguo reino de Congo, situado en lo que actualmente constituye la zona norte de Angola, el enclave de Cabinda, la República del Congo (Congo-Brazzaville) y la parte occidental de la República Democrática del Congo.
En su época de mayor expansión, se extendía entre el Océano Atlántico y los ríos Kwango al este, Congo al norte y Loje al sur. El reino se estructuraba en seis provincias, y era gobernada por un monarca, el Manicongo de los bacongo (pueblos congo). Desapareció repartido entre Portugal, Bélgica y Francia en la Conferencia de Berlín (1884-1885), pero sus partidarios perduran hasta hoy en día.
Por ejemplo, los seguidores del grupo han establecido tribunales populares contra aquellos sospechosos que se cree han infringido la ley, y se les sentencia a recibir palizas si se les halla culpables. También han establecido una fuerza parapolicial llamada Makesa, cuyos miembros están armados con látigos y se consideran integrantes de la Policía nacional.
¿Demandas legítimas?
Esta semana, obispos católicos y protestantes han firmado una declaración junto con el líder espiritual de la secta, Ne Mwanda Nsemi, pidiendo el fin de la violencia.
Según el obispo Dinzolele Nzabu, ciertas demandas realizadas por el grupo son legítimas, tales como el derecho a extracción de crudo de la ciudad occidental de Moanda para salvar a la zona del subdesarrollo. Además, a pesar de que la provincia de Bas-Congo ha contribuído con más de un tercio del presupuesto nacional, el Gobierno central todavía no ha devuelto a la Gobernación provincial el 40 por ciento de los ingresos generados por las localidades de la región.
"No es justo ni para Bas-Congo ni para otras provincias", declaró Nzabu. "El Gobierno debería encontrar una solución política en lugar de permitir el flujo de recriminaciones, porque tarde o temprano suelen volver a empezar con más fuerza". Por su parte, el represante especial del secretario general de Naciones Unidas, Alan Doss, pidió a las partes implicadas que se reúnan para solucionar el problema.
"El Gobierno debería resolver este problema por la vía política. Después de todo. Si no se encuentra una solución, habrá demandas realizadas por otros caminos que el propuesto por la organización Reino de Congo", explicó el obispo Nzabu. "En teoría, el Gobierno debería reestablecer la autoridad el Estado, pero la forma en que ha procedido ha sido desproporcionada", añadió.
No obstante, el ministro del Interior, el general Denis Kalume, ha anunciado su intención de enviar refuerzos policiales a la provincia para restaurar el orden y proteger a la población local de la violencia perpetrada por la secta y reestablecer la autoridad del Estado, una posibilidad que Nsemi, también es miembro de la Asamblea Nacional congoleña, ha condenado por considerar que el Gobierno está empleando al culto como cabeza de turco.
"El Gobierno quiere evitar asistir a la conferencia de Bas-Congo, provocando estos disturbios y atribuyéndoselos a Bundu Dia Kongo para decir que las condiciones de seguridad no permiten la celebración del encuentro", añadió, acusando al Gobierno de "bombardear congregaciones enteras del grupo con lanzacohetes", algo que han negado las autoridades.
Por su parte, Ibefo ha insistido en que la acción reciente del Gobierno no ha hecho sino continuar tres años de represión contra la secta. "Desde 2006, las acciones de la secta se han visto reprimidas (...) hay que recordar que al menos 250 personas, en su mayoría civiles, han muerto desde febrero de 2007", en relación a los ataques emprendidos por el Gobierno contra los miembros del culto, según las cifras hechas públicas por la Misión de Naciones Unidas en la República Democrática de Congo (MONUC).
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