Los expertos de la ONU predicen extinciones masivas en zonas del mundo como California, Australia o el Kurdistán
El planeta Tierra no sólo sufrirá los efectos del cambio climático por el aumento de las temperaturas. Existen también otros factores que alterarán la biodiversidad mundial, como los cambios en el uso del suelo, la concentración de dióxido de carbono, la lluvia ácida o la invasión de especies exóticas que transforman los hábitats autóctonos. Con estos elementos en la mano, científicos de la ONU han elaborado un informe en el que presuponen la evolución de los ecosistemas terrestres en este siglo.
En el mismo, las amenazas más graves recaen sobre el Mediterráneo español, que podría perder hasta un 25% de su flora en 2050.
El escenario de cambio que auguran los científicos localiza en rojo los lugares de la Tierra donde las transformaciones de la biodiversidad son más profundas. Así, junto a la Península Ibérica aparece todo el área mediterránea, California, la frontera de Chile con Bolivia, la región del Kurdistán y algunos puntos de Sudáfrica y Australia. Tras ellos, la estepa rusa, el centro de Norteamérica y una pequeña porción entre Argentina, Uruguay y Brasil.
En todos estos lugares, los científicos vaticinan graves amenazas para sus ecosistemas por las extinciones masivas de fauna y flora.
Los escenarios más favorables hablan de una pérdida de entre el 12 y el 15% de las especies, aunque en el mediterráneo español éstas podrían alcanzar entre el 20 y 25%, según el informe Evaluación de los Ecosistemas del Milenio, que ha sido elaborado por 1.360 expertos de 95 países.
Uso de la tierra
El cambio en el uso del suelo es el elemento más grave de los que afectan a la biodiversidad planetaria. Por ejemplo, la conversión en pastizales de tierra de cultivo o de bosques tropicales, los terrenos rústicos que acaban urbanizados o la deforestación tiene como resultado extinciones locales de flora y fauna, cuyo hábitat está determinado en gran medida por la composición de especies vegetales. Los organismos subterráneos también se ven gravemente afectados por la sobreexplotación de los recursos de agua dulce.
Este panorama, unido a la invasión de especies exóticas, pone en riesgo la biodiversidad del Mediterráneo en general y de la cuenca española en particular. En el caso de España, el autor principal del informe, el catedrático de Biología Osvaldo Sala, expuso este jueves en la Fundación BBVA que el urbanismo incontrolado, la actividad comercial, la sobreexplotación agrícola y ganadera y, sobre todo, la invasión de especies foráneas (tanto de plantas como de animales) aceleran los cambios de su ecosistema.
Algunos de los ejemplos más ilustrativos de este último factor de cambio son la presencia del mejillón cebra en el río Ebro, con un coste anual de unos dos millones de euros; la colonización en algunos ríos del jacinto de agua (planta acuática flotante) o la llegada de África de un escarabajo que anida sus larvas en el tronco de las palmeras hasta provocar su muerte. Asimismo, un informe de la UE advierte que el cultivo de biocombustible favorece la llegada de estas especies.
Por último, con respecto al impacto de los ecosistemas de agua dulce, los científicos señalan que la situación española es "muy particular" al juntarse varios fenómenos más como la sequía o la contaminación debidas a la actividad industrial. Por lo que las políticas hídricas del Gobierno deberían potenciar los humedales, los corredores de aves y las zonas protegidas y, en el caso del agua, es "más" perjudicial un hipotético trasvase del Ebro que las desaladoras. Aunque la "mejor medida", según reconocen los expertos, sería potenciar la eficiencia del consumo humano.
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