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LA CONTRACRÓNICA

Tanto soñar requiere de mucho dormir

El empate a cero es justo exponente de que no se soñó hasta el delirio ni se pensó hasta extremos razonables.

Actualizada Lunes, 3 de marzo de 2008 - 04:00 h.
  • TOÑO SANZ

S OÑABAN con ganar e iniciaron el asunto con la disposición de ánimo que requiere la persecución de un sueño. Luego, apenas cinco minutos después de la arrancada, continuaron su sueño en plan más fisiológico: sesteando.

Ziganda no soñaba, pensaba, sólo pensaba en ganar. Aquí ya se adivina un engranaje menos arrebatador, pero más complejo. Pensar obliga más que soñar. Hay que adquirir medios y adoptar medidas para que interactúen en la dirección correcta.

Soñar sirve para aparcar el esfuerzo. Será la suerte o serán los dioses quienes nos lleven hasta la victoria. Por contra, pensar destapa la caja de los truenos: hay que prepararse a conciencia. Soñar permite mantener a las huestes tumbadas, haraganeando, gozando de antemano de lo que se reclama como propio por el hecho de haber apretado fuerte los ojos y ponerse a soñarlo una vez y otra. Pensar en un logro colectivo obliga al toque de rebato, a poner a la tropa en fila y no romperla hasta que revienten.

El empate a cero de ayer en el Madrigal es justo exponente de que no se soñó hasta el delirio ni se pensó hasta extremos razonables. Se soñó poco y se pensó poco. Empate a cero y bendito sea el Villarreal, que no se pareció, ni de lejos, a sí mismo.

¿Algo bueno de todo esto, además del "punto es punto"? Analizar lo que se hizo mal y tratar de enmendarlo. Cuando uno no puede errar, tampoco puede estar seguro de haber acertado. Si no hay actos equivocados, nada permite distinguir un acto acertado.

A ver si toman nota los candidatos y enmiendan en algo, que no estaría de más reconocer una equivocación de vez en cuando. Y, tras ello, dedicarse a lo que Bentham filosofaba en su Deontología: "toda política honesta debe preocuparse por la máxima felicidad para el mayor número posible de personas". Aunque para todo ese proceso hace falta tener algún que otro mueble en la sesera y estos son de los que instalan la ignorancia en el poder, nutriendo con ella una fábrica de problemas, una amenaza permanente para las comunidades.


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