Y O entiendo que la venta por teléfono es necesaria para que funcione una economía moderna, pero las llamadas, que son cada vez más frecuentes, más inútiles y a peores horas han terminado por irritarme. (Javier Marías recordaba hace unos años que "está comiendo" ha sido siempre una razón para no ponerse al teléfono). Sobre todo, porque sólo en contadas ocasiones te dicen la verdad desde el principio.
El primer truco es el de "¿le podemos hacer una encuesta?" (lo cual, por cierto, hace que paguen justos por pecadores): "¿A usted le gusta leer? Pues ya va a ver qué libros tan bonitos tenemos".
Otras veces, intentan saltarse lo que consideran un filtro:
-¿Puedo hablar con la señora de la casa?
-Estoy seguro de que yo puedo ayudarle.
-¿La señora no está?
-Sí, pero me lo puede contar a mi.
-¿Pero no puedo hablar con ella?
-Mire, si no vamos a hablar de higiene íntima femenina, le aseguro que yo le sirvo.
Por supuesto, hay por la red quien recomienda que, ante la más mínima sospecha de que le van a abrasar a uno intentado venderle, por ejemplo, un apartamento o una nueva conexión telefónica, lo que hay que hacer es responder "un momento, le paso con un operador especializado" y acercar un rato el teléfono al equipo de música. Yo no tengo tanto valor, pero me gusta mucho hacer preguntas, especialmente una que desconcierta bastante: "¿Me puede decir de qué listado han sacado ustedes mi número de teléfono y a nombre de quién está registrado?".
En una tira de Mafalda que siempre me ha gustado, un vendedor llama a la puerta y pregunta: "¿Está el jefe de la casa?". "No, somos una cooperativa", responde Mafalda. Ante la puerta cerrada, el vendedor piensa: "Así que en ese libro no estaban todas las respuestas". Yo me di el gustazo de utilizarla esa contestación una vez. Y me quedé con la impresión de que al otro lado de la línea mi interlocutor pensaba lo mismo que el personaje de la historieta.
Pero lo que no soporto es que me llame una grabación. Si me van a interrumpir, al menos que den la cara. O la voz.
© DIARIO DE NAVARRA. Queda prohibida toda reproducción sin permiso escrito de la empresa a los efectos del artículo 32.1, párrafo segundo, de la Ley de Propiedad Intelectual