Con la victoria en el Reyno, los de Martín asoman la cabeza de la zona baja, acostándose en puestos de promoción
El filial rojillo inició marzo de la mejor manera posible. El Reyno de Navarra presenció una victoria osasunista frente a un rival directo en la pugna por la permanencia. El Burgos no demostró gran cosa en un duelo protagonizado por un arbitro tarjetero y muy puntilloso con el reglamento.
Pasado el primer cuarto de hora, llegó un primer revés para los locales, penalti a favor del Burgos tras dudoso forcejeo en el área rojilla. El mediocampista visitante Oya lanzó el balón por el centro desviándolo con las piernas Andrés al que no engañó el disparo.
Los rojillos contrarrestaron el achuchón con el gol de Óscar Vega. Una pillería en el saque de una falta permitió a Vega recibir solo en el área con la zaga burgalesa atendiendo indicaciones de su portero. El delantero fusiló alegrando la tarde a su entrenador y al resto de aficionados.
Con la expulsión del visitante De la Chica, tras una bestial entrada sobre Ángel, y el pitido del descanso dio la sensación de que el partido quedaba visto para sentencia. El colegiado inició entonces un festival tarjetero que dejó a los locales con nueve. Los de Burgos, con más corazón que cabeza, fueron a por el empate pero sin acierto. Osasuna se encomendó con toda lógica a un descarado catenaccio, siempre comandados por un gran Txitxo que se desfondó dando ayudas. El partido finalizó con Martín dirigiendo a gritos al equipo desde la grada.
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