Polaroid acaba de renunciar a sus cámaras de revelado instantáneo y Toshiba a sus DVD de alta definición. Eran dos tecnologías que parecían condenadas a la extinción. Pero no son las únicas que pueden desaparecer en pocos años.
Si usted se ha comprado un ordenador en los últimos tres o cuatro años, es casi seguro que ya no tuviera disquetera. Si tiene menos de veinte, es posible que la máquina de escribir le parezca una pieza de museo. Y si no ha trabajado en una oficina de un cierto tamaño hace veinticinco años es bastante probable que no sepa qué es el télex. Son tecnologías que parecen estar dando sus últimas bocanadas. Y no son las únicas.
El fax
Aunque hay patentes de máquinas que enviaban imágenes a distancia desde 1843, antes incluso de la invención del teléfono, es a mediados de los años ochenta del siglo XX cuando estas máquinas (cuyo nombre es una abreviatura de facsímil) se popularizan en las empresas de todo el mundo. Antes de la generalización del correo electrónico, diez años después, se convirtieron en un elemento básico a la hora de transmitir información. Hoy siguen estando presente en todas las empresas y gozan de algunas ventajas sobre el correo electrónico: son más difíciles de interceptar y tienen validez legal en determinados casos. Un fax cuesta menos de 90 euros.
El papel carbón
Miles de mecanógrafos de todo el mundo han ejercitado sus músculos intentado hacer copias utilizando papel carbón. Se trataban de finas hojas, impregnadas de carbón en uno de sus lados y que se colocaban entre dos hojas de papel blanco, de forma que al escribir a máquina en la primera hoja, el carbón marcase la segunda. Por supuesto, también funcionaba al escribir a mano. Mantuvo el tipo con las primeras fotocopiadoras, de costes muy altos, pero decayó rápidamente conforme fueron abaratándose. Siempre fue un sistema sucio, y en la actualidad, cuando es imprescindible hacer una copia instantánea, normalmente se utilizan impresos autocopiantes. Un juego de 100 hojas de papel carbón tiene un precio de en torno a 22 euros.
La máquina de escribir
Aunque las primeras máquinas de escribir se remontan a principios del siglo XIX y el diseño de teclado QWERTY se patentó en 1868, es a mediados de 1920 cuando adoptan la forma actual. Se convirtieron en el símbolo de las oficinas (nunca llegaron a ser demasiado populares en los hogares privados). Fueron sustituidas por los ordenadores personales, especialmente desde el abaratamiento de las impresoras de chorro de tinta, a medidados de los 90. En la actualidad, una máquina de escribir manual puede costar de 105 a 500 euros, en función de si es portátil o fija. Las máquinas electrónicas, son, en general, más caras.
El télex
Aquellas enormes máquinas de escribir conectadas a una línea telegráfica especial fueron el primer antecedente del correo electrónico. El télex empezó a desarrollarse en los años 30 y se extendió después de la Segunda Guerra Mundial. Para un lector moderno, era una máquina de escribir que permitía chatear con quien estuviera al otro lado de la línea. Se llamaba marcando un número, como si se tratase de un teléfono. Por ejemplo, el de Diario de Navarra era 37716 LINFO E: el número (que era lo único que se marcaba) LINFO, como abreviatura de La Información y E para señalar que era un número de télex de España. En España llegó a haber 36.000 usuarios de télex en 1989, pero el número había decaído hasta 1.700 en el año 2003. Instalar hoy un télex cuesta 223 euros, con una cuota mensual de 70 euros y un coste por minuto de transmisión de 0.45 euros. Según la información que ofrece Correos en su página web, la red sólo accede de forma directa a España y Gibraltar.
CD
Empieza a haber signos de que el disco compacto, tanto en su versión de audio como, sobre todo, en la de soporte de datos, empieza a agotarse. Impulsado por un consorcio liderado por Philips y Sony, empezó a desarrollarse con una enorme fuerza a principios de los años 80. En la actualidad es sobre todo un soporte para la distribución comercial de música, un campo en el que tiene que competir con las descargas por Internet, de pago, pero también en redes p2p. Como soporte para la difusión de datos, está siendo superado por las llaves USB y las tarjetas de memoria, más rápidas y con más capacidad de almacenamiento. Su principal ventaja, y la que le hará sobrevivir todavía durante un tiempo, es su uso masivo. Una tarrina de 25 discos puede costar unos 11 euros.
Disquete
Los disquetes han sido un compañero indispensable de los ordenadores desde que se inventaron los ordenadores personales hasta el cambio de milenio. Aunque ahora se relacionan con el hecho de llevar datos de un ordenador a otro, cuando los discos duros no eran habituales había que meter primero el disquete del sistema operativo, y después los de los programas. Los primeros disquetes tenían 22 centímetros de diámetros; los últimos, 8,9 centímetros. Un pack de 10 disquetes cuesta en torno a 4 euros.
Cassette
Allá por los años 80, óxido de hierro, dióxido de cromo y metal no eran para un aficionado a la música unos nombres de compuestos químicos sino las diferentes calidades de las cintas de casete. El casete (en francés cassette, cajita) se había popularizado a principios de los años sesenta como medio de grabación privada. Su calidad era inferior a la de las discos de vinilo y tenía problemas estructurales, como el del siseo (contra el que se inventó el sistema Dolby de reducción de ruidos), pero las cintas se ofrecían en un amplio abanico de duraciones, hasta las dos horas (una por cada cara). Sobrevivieron, sobre todo, como medio para escuchar música en los coches. El CD lo ha sustituido ampliamente en ese ámbito.
Walkman/Discman
Estas dos son marcas registradas de Sony que supusieron la primera privatización de la música en movimiento: ya no había que escuchar la radio, sino que uno podía llevar consiguo la música que quería. El Walkman, lanzado en 1979, fue el primer reproductor de cassettes portátil. Sony lanzó cinco años después el Discman, un aparato portátil para escuchar CD. Los primeros Discman eran desesperantes, puesto que un pequeño bote bastaba para que saltase la canción que se estaba escuchando. Ambos tienen su antecesor en el "comediscos", unos tocadiscos portátiles en los que se podían meter singles. Sony mantiene la marca Walkman para sus mp3.
Televisión analógica
Esta es la única tecnología con fecha de caducidad exacta, al menos en España. En el año 2010 todas las cadenas suspenderán sus emisiones en analógico (la televisión de siempre) y habrá que ver los programas a través de la Televisión Digital Terrestre. Quienes no tengan para esa fecha un televisor nuevo o un adaptador tendrán que acostumbrarse al vídeo, a leer o a escuchar la radio.
Televisión de tubo
La televisión de toda la vida, la de tubo, con medio metro de fondo, esta condenada a extinguirse. Las nuevas televisones, las que se vienen a llamar TFT, LCD o plasma, la han dejado muy atrás. Tienen una mejor calidad y, habitualmente, consumen menos. Los más perjudicados: quienes compraron hace tres o cuatro años pantallas panorámicas de tubo, que costaban un dineral y se han quedado bastante obsoletas. Hoy sólo es posible encontrar televisiones de tubo en restos de serie.
Tocadiscos
El tocadiscos ha mostrado una gran resistencia a la desaparición. Herederos del fonógrafo de Edison, los discos de vinilo y los tocadiscos siguen existiendo, principalmente en dos ámbitos. Por un lado, el de los fanáticos del sonido analógico, a quienes les sigue pareciendo metálico el que proporciona el CD. Por otro, en el mundo de los disc jockeys, que emplean el tocadiscos para determinados efectos de sonido. Hoy se puede comprar un tocadiscos convencional por unos 120 euros.
Cinta de vídeo
Mientras la del CD es la historia del triunfo de un estándar, la de las cintas de vídeo es la de una serie de sucesivas batallas perdidas, primero por algunas marcas, y después por la misma cinta de vídeo. La guerra entre el VHS de JVC, utilizado por todas las marcas, y el Betamax de Sony empleado sólo por esta empresa se prolongó durante 13 años, entre 1976 y 1988 y se saldó con la victoria del VHS. (Por cierto, del Video 2000 que promovieron Philips y Grundig ya no se acuerda nadie). La aparición de tecnologías como la del miniDV para grabar los recuerdos familiares, la del DVD para ver películas comerciales o la del disco duro grabador para conservar programas de televisión le dieron la puntilla en los últimos cuatro o cinco años, dejando a una generación con docenas de cintas de VHS que ya no puede ver.
Carrete de fotografías
Como el tocadiscos, el carrete fotográfico ha sobrevivido esencialmente en dos grupos de personas: los aficionados a los resultados de la fotografía tradicional y los profesionales que necesitan alguna característica específica de la película que es incapaz de proporcionársela una cámara digital.
Polaroid
En 1947, un ingeniero llamado Edwind H. Land presentó la primera cámara que revelaba y positivaba una fotografía en sólo 60 segundos. Por razones de calidad (se trataba de fotografías pequeñas) y de precio (eran notablemente más caras que las normales) nunca fueron enormemente populares, pero tuvieron el monopolio en este sector durante 60 años. El impacto de la fotografía digital acabó con la empresa: en 2001 se declaró en bancarrota, en 2007 dejó fabricar cámaras y este mismo febrero anunció que el año que viene ya no fabricará más película.
HD-DVD
La guerra entre el VHS y el Betamax se ha reproducido en el campo de la alta definición, esta vez entre el Blu-Ray (Sony) y el HD-DVD (Toshiba), con acuerdo sólo en una cosa: los discos tendrían 12 centímetros de diámetro, como el CD y el DVD. El recuerdo de aquella (y el miedo a estar en el bando perdedor) retrajo a los consumidores a la hora de sumarse de forma masiva a la nueva tecnología. La batalla se libró, además, en el lado de los contenidos, con la mayor parte de las distribuidoras cinematográficas del lado de Blu-Ray. El pasado día 19, Toshiba anunciaba su rendición y el formato de Sony será en los próximos años el estándar de la alta definición.
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