RAJOY JUGÓ CON EL PÚBLICO QUE ABARROTÓ EL BALUARTE INTERCALANDO DIÁLOGOS EN SU DISCURSO Y ANUNCIANDO VARIAS VECES QUE IBA A CONTAR ALGO SOBRE EL PERIODISTA DE CUATRO QUE, AL FINAL, NO FUE PARA TANTO
ERAN las 20.10 horas cuando los cinco subieron con trote eufórico al escenario, ante unas 1.600 personas entusiastas agitando banderas, entre los acordes de música entusiasta (la sintonía del Partido Popular) y arropados sobre las tablas por 250 personas entusiastas que hacían de fondo de escenario. Parecieron, por las maneras y el ambiente, los Jackson Five. Pero eran Santiago Cervera, Yolanda Barcina, Mariano Rajoy, Miguel Sanz y Alberto Catalán (el único de los cinco que llevó corbata). Y las banderas, de Navarra, el PP, UPN y España. Ya se ha dicho: todo entusiasmo.
El público estaba preparado desde las 19.00 horas, gracias en buena parte a una mujer que, desde la grada superior de la sala principal del auditorio, animaba al resto con vivas a Navarra, Rajoy y España. Entre tanta alegría, hubo un reproche: otra mujer lució un cartel en el que se leía "nos avergonzamos de mostrar la cara de nuestros candidatos".
Yolanda Barcina, alcaldesa de Pamplona, fue la primera en intervenir. Eufórica durante 9 minutos. Le siguió Santiago Cervera, candidato al Congreso por UPN-PP. Equilibrado durante otro 9 minutos. El tercero fue Miguel Sanz. Habló 11 minutos. El presidente de UPN y del Gobierno foral arrancó con un tono y un gesto muy agresivo, que se vio aumentado por la pantalla gigante del escenario.
Mariano Rajoy se plantó en el atril a las 20.46 horas y se metió en el bolsillo al respetable desde el principio gracias a que supo mantener el suspense. Primero con esto: "No voy a insultar, aunque a lo mejor a alguno le cae alguna de remanguillé". Y seguido, con esto otro: "Voy a decir algo de Gabilondo, pero no de momento". Expresión que repitió varias veces.
Durante 32 minutos, el popular se mostró muy cómodo intercalando diálogos con el público. Si desde éste decían "oa, oa, oa, Rajoy a la Moncloa", él contestaba "A la Moncloa voy a ir". Si le cantaban "adiós, Zapatero, adiós", él seguía con "se va, le queda muy poco". Le recomendaron "no te fíes" e indicó: "No me fío, pero con una condición: que tú te fíes de mí". Y hasta dio las gracias cuando le gritaron "señor Rajoy, que San Francisco (Javier) le bendiga". Rajoy se ganó 44 tandas de aplausos.
El gallego terminó de hablar a las 21.18. A todo esto, justo a las 21.00 había desvelado el misterio Gabilondo. Lo hizo en voz baja, obligando a callar al auditorio, y atizando a Zapatero: "Habló en Gabilondo (en una entrevista que hizo Gabilondo, se entiende). Habló muy bajito para que no se le oyera porque le daba vergüenza. Pero le escuchamos. Como decimos en mi tierra, le cacharon en las patatas: tensión, dramatismo y crispación". Un descuido del candidato del PSOE a micrófono cerrado que realmente no lo estaba. Incidente ya conocido, pero que Rajoy quiso recuperar para jugar con sus afines.
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